Sr. Director:
El aborto ha vuelto a salir a debate con motivo de las elecciones. La vida y la muerte, ¿se han de debatir?
Yo les decía a mis alumnos: "sobre la vida y la muerte no se debate, el hombre recto defiende siempre la vida frente al terror y el crimen". Pero no es así entre ciertos políticos, que prenden decretar, como el soberbio emperador de Roma, quién puede vivir y quién debe morir. Para parecer menos vil, dan el poder de decisión a las pobres madres llenas de problemas, en vez de ayudarlas a sacar adelante la vida que late en su seno pletórica de fuerza y ansias de ver la luz.Ya lo decía Jesús: "por el exceso de la maldad se enfriará la caridad de muchos" (Mateo, 24,12). La mayor falta de caridad, ¿no es el terrorismo y el aborto? No tienen justificación alguna, decrételo quien lo decrete, sea el individuo particular o el político que abusa de su autoridad. Parece inconcebible a estas alturas de la historia de la Humanidad: que haya personas con autoridad política y organizaciones internacionales dependientes de la ONU, que tengan como bandera la mayor de las torpezas: la matanza de semejantes.
Otra cosa: ¿Podrá entenderse, aunque lo digan con sonrisa beatífica, que los niños abortados hasta las 29 semanas de gestación serán considerados residuos sanitarios y, por tanto, sin derecho a sepultura? ¿Qué nos falta en todo esto: la cabeza, la conciencia, o las entrañas?
María Victoria Camino
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