La bombilla de bajo consumo y alto precio, el cierre de Garoña o las pérdidas de Endesa -y como nos descuidemos de Repsol- han convertido a este hombre inteligente en el ministro marioneta, en el que no creen ni los sectores que administra en su macro departamento -comercio, telecomunicaciones, energía, turismo- ni tan siquiera sus propios colaboradores, pues el antaño ideólogo económico del Ejecutivo terminará por fichar a sus altos cargos en las ETT: nadie quiere trabajar en un departamento quebrado.
Pues bien, como no le dejan hacer política mayor, Sebastián se dedica a fastidiar al ciudadano ofreciendo política menor, que es la más molesta. Pretende ahora ahorrar energía a costa de obligar a circular por las autovías a 110 Km. por hora (probablemente la semana que viene se aprobrará en Consejo de Ministros que se deba conducir en el interior de las urbes a 30 Km. por hora). No se sabe si el español va a ahorrar mucho pero lo que está claro es que las multas se van a multiplicar, por lo que el Estado ingresará más.
Conducir se ha convertido en deporte de alto riesgo para el bolsillo. Porque, oiga, conducir a 110 kilómetros por hora en autovía no resulta menos complejo que a Fernando Alonso circular a 300 en un circuito de fórmula uno.
Si a esto unimos que el instrumento político que mejor funciona es el embargo de cuentas corrientes por sanciones de tráfico, está claro que si eres pobre, mejor es que viajes en transporte público.
La reducción de velocidad es una medida extraordinariamente progresista y muy ilustrativa de lo que está ocurriendo. Porque vamos a ver: si sólo puedo correr a 110, ¿por qué me venden coches que corren a 270?
Para que luego digan que el PP el PSOE nunca se ponen de acuerdo: entendimiento total a la hora de esquilmar al ciudadano.
Y todo esto no tiene mayor importancia: lo que no soporto es que me vendan que lo hacen por nuestra seguridad o por ahorro energético. ¿Ahorro de quién?
Eulogio López
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