Sólo este verano, 200.000 jóvenes se infectarán por clamidia, tercera enfermedad sexual en el mundo, asociada a cáncer y a esterilidad femenina y masculina.
Esta bacteria es responsable de una verdadera epidemia silente al carecer de síntomas llamativos. Uno de cada diez varones promiscuos la posee y se espera un crecimiento de contagios al prosperar la distribución de píldoras postcoitales en muchos países.
Me pregunto qué hacen los padres en esta época estival, ignorantes de los encuentros sexuales de sus hijos o tan permisivos que incluso les faciliten un preservativo. Grave responsabilidad la de los progenitores que se preocupan por una afección fisiológica cualquiera, o de que las vacunaciones estén en regla, pero les empujan, con su indolencia, al contagio de una enfermedad venérea a veces mortal.
Si un 15% de los usuarios de condones fueron contagiados de SIDA, el fallo del mismo también se extiende a todas las demás enfermedades sexuales.
Eva N Ferraz
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