Ha sido todo un aquelarre del poder informativo, no faltaba nadie. Los señores de la prensa, o mejor, los directores de medios, han acudido, prietas las filas, recias, marciales, a la llamada de la Fundación FAES, el Zugarramurdi de José María Aznar. La imagen de la tenida masónica también sería adecuada, dado que los organizadores del evento eran las flores centrorreformistas del PP, como Gabriel Elorriaga o Miguel Ángel Cortés.
Las estrellas del evento, en especial los directores del diario El Mundo y ABC, Pedro J. Ramírez y José Antonio Zarzalejos, pertenecen a la España ilustrada de alma laica, como no podía ser de otra manera, tratándose de la derecha moderna y un pelín pagana. Sólo faltaban los hombres de Jesús Polanco, cuyo paganismo no les mueve tanto como su animadversión a José María Aznar López, a quien Don Jesús sigue refiriéndose como el tal López.
Adam Schmidt solía decir que toda reunión de empresarios, sean cuales fuesen sus ideas, suponía una conjura contra el consumidor y el preámbulo de una subida de precios. De la misma forma puede decirse que toda reunión, seminario, simposio, congreso de editores o directores de grandes grupos multimedia presupone una conjura contra la información independiente, precisamente aquella que no pueden controlar. El siglo XX ha sido el de la formación de grandes consorcios multimedia. Es decir, el de la creación de potentísimos oligopolios que han forjado un espejismo de pluralismo, unos se encargan del centro izquierda y otros del centro derecha, unos son progresistas de medio derecha y otros de medio izquierda y todos ellos, son elegantemente agnósticos y practican la sofisticación argumental y el insulto civilizado.
Y no se confundan con las presuntas peleas entre la progresía de centro izquierda y la progresía de centro derecha, la filosofía más profunda de todo el oligopolio es el libre mercado y más especialmente la cuota de mercado. Ahora bien, ni el poder político ni los otros multimedia molestan en exceso a nuestros señores periodistas, observen como ejemplo, la declaración solemne de José Antonio Zarzalejos sobre la prensa independiente de Internet Una red digital que junto a grandes logros para el conocimiento y la comunicación alberga los peores peligros para la veracidad, el rigor y la preservación de determinados derechos individuales y colectivos.
¿Curioso, no? Según Zarzalejos no es el oligopolio ni la progresiva concentración en menos manos lo que hace peligrar la libertad de prensa. Tampoco el poder político o la crispación entre las dos fuerzas parlamentarias, una crispación que no revela una dialéctica intensa sino una lucha feroz por la captación de votos. Todo el mundo sabe que las diferencias ideológicas entre el PSOE y el PP son tan circunstanciales como las que existen entre El País y El Mundo. Sencillamente por necesidades del guión y del espejismo pluralista que pretende el pensamiento único vigente, unos cayeron en zona nacional y otros en zona republicana. Sin embargo, miren ustedes por donde, al bueno de Zarzalejos lo que le pone muy, muy nervioso, es el periodismo digital, el independiente claro está, no las ediciones digitales de los grandes multimedia que esas sí que son un prodigio de rigor y buen hacer profesional. Lo que le fastidian son los confidenciales, y le fastidian porque dicen aquello que el oligopolio no se atreve a decir, y no se atreven a decir porque perro no come perro y los multimedia de hoy no controlan el poder político, económico y cultural sino que han pasado a integrarse en él, el poder informativo es el que marca la hoja de ruta a los otros poderes.
Simplemente el señor Zarzalejos no puede reconocer que el pluralismo informativo se ha salvado gracias a la red de redes y a las microempresas que han decidido salirse del sistema. Son menos rigurosas, claro está, porque el rigor es directamente proporcional al número de personas que elaboran la información, pero son mucho más valientes y cuentan lo que los grandes medios no se atreven a contar.
En cualquier caso, escuchar a Zarzalejos acusar a los medios de Internet de atentar contra los derechos individuales y colectivos tiene su gracia. Es como si la General Motors acusara a Pepe, el mecánico de la esquina, de atentar contra la libre circulación viaria. Y es que este es el problema, hay veces que el buen Pepe, menos poderoso pero más libre, se atreve a encarecer los motores Ford y a vilipendiar la mecánica Opel por decir algo. Y claro, eso no puede ser.
En cualquier caso, ¡qué sería de la libertad de prensa sin la fundación FAES!
Eulogio López