Ejemplos:
1.La Caja Castilla-La Mancha (CCM) entró en barrena, ante todo, por mor de su Corporación industrial, que recogía una práctica habitual de los bancos de inversión (sólo que, encima, los muy idiotas, lo financiaban con dinero de sus clientes, no engañando al mercado, como hacen las grandes firma de Wall Street): fundaban un negocio, o una promoción inmobiliaria, poniendo parte del capital y prestándole a un empresario amigo de la casa -y aprovechado-, el dinero para poner el resto... con el único aval de las propias acciones compradas a crédito por el susodicho. En otras palabras, todo el riesgo para la CCM y ninguno para el susodicho empresario amigo.
Las cajas siempre han apoyado a la industria local, pero sus socios en una inversión asumían un riesgo. A cambio, la Caja no le presionaba durante los primeros pasos del negocio pero sí exigía cobrar sus intereses a lo largo del tiempo y el mencionado riesgo-compartido.
2.Más ejemplos. Cajamadrid se ha gastado 2.000 millones de euros en operaciones de capital-riesgo. Por lo general, las cajas han invertido en eléctricas, telecos, infraestructuras y otras empresas de su ámbito de cobertura, pero se trataba de inversiones estables, a largo plazo, donde exigían sus beneficios... y no ganancia a corto ni juego de plusvalías. Es decir, no eran inversiones especulativas.
Pues bien, la Cajamadrid de Miguel Blesa, como si de Morgan Stanley se tratara, llegó a invertir 2.000 millones de euros (más del doble de su beneficio, en arriesgadas y especulativas operaciones de capital-riesgo (por ejemplo, Applus) donde se financiaba, no sólo al fondo de 'private equity' (especialistas en trocear empresas al grito de la suma de las partes vale más que el todo- sino asumiendo el doble riesgo de financiar también a la empresa comprada. Eso no es ayudar a la industria sino detorarla pero, además, si te pillas los dedos, te los pillas a base de bien.
3.Titulización: La cajas casi todas- se han lanzado a titulizar, es decir, la operación que hundió (bajo Ronald Reagan) las 'saving bank' norteamericanas. Tradicionalmente, las cajas se habían dedicado a conceder préstamos hipotecarios y líneas de descuento a pymes, así como a cobrar sus intereses mientras vencía la hipoteca. Como se trataba de créditos con garantía real, si el prestatario no pagaba procedían al embargo y si el pequeño empresario o comerciante no cumplía se le cerraban todas las líneas. Con la titulización jugaron a cobrar menos pero cobrar antes, como si fueran Merrill lynch. Y así les ha ido.
Y los mismo puede decirse de bancos que antes se comportaban como cajas de ahorros, es decir, que cubrían una labor social estupenda. Dos ejemplos: Banesto le vende a su inmobiliaria Urbis a Reyal y le financia la compra. Llega la crisis, no se vende un piso. Cuando Reyal se ve ahogada, Banesto recurre a crear una sociedad conjunta donde recoge los activos invendidos. Podemos preguntarnos: ¿los empleados de Banesto venderán mejor las viviendas que los de Reyal, que lo llevan haciendo desde hace lustros? No, se trata de ocultar las pérdidas convirtiendo un crédito fallido que exige muchas más dotaciones- en cartera de inversión, donde sólo se dota, y de aquella manera, las minusvalías. Esto no lo hubiera permitido el Banco de España en otros tiempos, pero hoy transige con todo.
Del Banco Popular lo mismo. Sus gestores ya se han arrepentido de prestarle dinero al señor Portillo (un nuevo rico con dos jet privados apara venir de Sevilla a Madrid, en lugar de hacerlo en el AVE) para comprar Colonial... con la garantía de las propias acciones de Colonial. Total, un desastre.
Pongo los dos ejemplos Banesto y Popular- porque son los dos bancos especialistas en funcionar como cajas de ahorros. De hecho el anterior presidente del Popular, Luis Valls, calificaba a su entidad como una caja de ahorros ilustrada. Sólo que ahora el Popular está empeñado en des-vallsizar la entidad.
En definitiva. No hay por qué privatizar las cajas de ahorros ni convertirlas en bancos, en sociedades anónimas. Es el banca de inversión, no las cajas, la que ha provocado la actual crisis, que en origen fue financiera (ahora es económica, global y pavorosa). El problema no es la politización, ni tan siquiera en Cajamadrid, envuelta en un vergonzoso proceso en el que un inspector de Hacienda sin experiencia bancaria se comporta como un banquero de inversión y defiende la privatización de las cajas de ahorros con el único objetivo de aferrarse al sillón. Precisamente él, que con una Cajamadrid SA jamás hubiese llegado a presidente. No es la politización la que ha trasmutado a Cajamadrid desde la cumbre de la solidez financiera a una entidad con riesgo no se si próximo, pero riesgo- de entrar en crisis. Lo que ha desnortado a Cajamadrid es que el señor Blesa se niega a levantarse de su sillón pero, mucho más y antes que eso, que el señor Blesa no se ha comportado como un presidente de cajas de ahorros sino como el 'chairman' de Citigroup o Morgan Stanley. Porque se ha comportado como un banquero de inversión en lugar de como un cajero.
Las cajas de ahorros no tienen por qué cambiar su naturaleza jurídica, ni convertirse en bancos, como pretenden tanto el PSOE como el PP, así como el Banco de España. Lo que tiene que hacer es justamente lo contrario: dejar de comportarse como bancos, como bancos especuladores de Wall Street.
Sin embargo, el PP, aquejado de fiebre neoliberal, pretende justamente eso. Y el sector capitalista que no liberal- del Gobierno Zapatero, está dispuesto a secundar la idea. Y ambos grupos, para desgracia de todos, están dispuestos a practicar, independientemente de cualquier transformación en la naturaleza jurídica de las cajas, el principio de que la banca no puede quebrar, por lo que todos los contribuyentes debemos pagar los excesos de algunos cajeros. Pues que bien.
En cualquier caso, se alzan las primeras, aun tímidas voces, como la del nobel Joseph Stiglitz, quien ha puesto en solfa el plan de rescate financiero de Barack Obama, caracterizado, al igual que el británico y el que ahora pretende el Gobierno ZP, en evitar con dinero público la quiebra de bancos y cajas de ahorros. Todavía no es tan claro como para pedir que los bancos quiebren, única solución al actual desastre y única forma justa de que la razón impere de nuevo, pero a medida que fracasen los precitados, y carísimos, salvamento de entidades, la tesis de la quiebra y, con ello, la lucha contra las dos causas de la actual crisis -especulación y apalancamiento- será una realidad. Se empieza a valorar el modelo Lehman Brothers, el único banco la que se dejó caer.
Por el momento, ZP camina en la misma dirección donde otros han fracasado, pero eso es algo habitual en él.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com