Sr. Director:
La batalla campal desatada la noche del primer sábado de septiembre en Pozuelo de Alarcón fue fiel reflejo de una realidad sociológica que exige una seria reflexión.

Faltan alternativas razonables de ocio diferentes del botellón y sus secuelas, del Halloween... Sobran, en cambio, modelos que incitan a la violencia y que fomentan el éxito del más fuerte a costa del desprecio a las reglas más elementales de la vida en común.

Y es que Pozuelo de Alarcón, una localidad madrileña de alto nivel socioeconómico, es un síntoma de esta dinámica negativa en la que se ha instalado la sociedad española a la hora de integrar a las futuras generaciones en un proyecto común.

La pérdida de referencias morales y el desprecio a la autoridad de padres y profesores crean un ambiente de relativismo y desmoralización que se traduce en comportamientos antisociales. La propuesta de ley que ha sido rechazada por el partido en el poder muestra que una cosa son las buenas palabras y otra enfrentarse a comportamientos incívicos.

Con independencia del debate político, los partidos y las administraciones públicas tienen que coordinar sus esfuerzos para sentar las bases de una convivencia cívica en las calles, pasando previamente por las aulas.

Si no se pone remedio a las causas, no tiene sentido quejarse después de las consecuencias. ¿No les parece Sres. del PSOE? Conocidos los síntomas ¿hay voluntad de curar?

Jesús Martínez Madrid

jdmezmadrid@gmail.com