Sr. director:

El Ayuntamiento de Jaén, donde gobierna el Partido Popular con mayoría absoluta ha aprobado celebrar bodas simbólicas entre parejas de homosexuales y ha dirigido una petición al Gobierno central para que regule el derecho al matrimonio de estas parejas. Con toda seguridad que para ahorrar en sellos, dicha petición la habrá traído en mano el diputado del PP en el Congreso, Javier Ignacio García Gómez, que además de diputado es concejal del Ayuntamiento jienense.

El alcalde de Jaén se llama Miguel Sánchez de Alcázar, licenciado en Derecho y desde siempre dedicado a la política, ha declarado lo siguiente: "hay que recoger esta sensibilidad que está en la Constitución Española" y agregó que "no es sólo porque sea una norma que avanza, sino por respeto a los derechos humanos".

Por cierto, no tenía ni la menor idea de que la Constitución mencionara tales "sensibilidades", ni que los matrimonio gay figuraran en la Declaración Universal de los derechos del Hombre. Seguramente, el centro reformismo jienense utiliza ediciones desconocidas para el que suscribe. 

Pero lo peor es que la decisión del Consistorio ha dejado mudos a todos los responsables y afiliados del Partido Popular. Ni un comentario, ni una crítica, todos sin excepción permanecen impasibles sin que se les caiga la cara de vergüenza. Y a esperar en la complicidad moral del silencio a ver quien le pega con más saña a la familia.

Al menos, como ciudadano responsable quiero que conste mi protesta por estos hechos en su periódico Hispanidad, hasta que pueda manifestar mi opinión en las urnas en la próxima convocatoria electoral en favor del nuevo partido político "Familia y Vida", porque lo del "mal menor" ya no cuela.

León Navarro