El servicio de Comunicación del ministerio de Presidencia del Gobierno acaba de editar la Agenda de la Comunicación 2006. Se trata ya de una herramienta básica para quienes profesionalmente se dedican a labores periodísticas o de comunicación. La Agenda de la Comunicación ofrece información útil al periodista sobre los responsables de comunicación de instituciones y empresas. Y al responsable de comunicación, le ofrece las coordenadas de los distintos medios y periodistas, organizados por actividades, de manera alfabética y con un índice de profesionales.
La novedad de este año es que internet ha desaparecido de la agenda de la comunicación. Por primera vez desde que naciera Hispanidad en 1996 -hace ahora 10 años- la Agenda ha dejado de publicar nuestras coordenadas: teléfono, dirección y correo-e. No somos los únicos, tampoco hay referencia de ninguno de nuestros competidores. Ni rastro de www.elconfidencial.com de Jesús Cacho, ni de www.elconfidencialdigital.com de Javier Fumero. Tampoco aparece www.elsemanaldigital.com de Antonio Martín Beaumont, ni www.libertaddigital.com de Jiménez Losantos. Ni siquiera www.elplural.com de Enric Sopena, ni desde luego www.prnoticias.com de Aparicio. Nada, ni rastro.
Y lo más curioso, tampoco aparecen las ediciones digitales de los medios tradicionales. No aparece www.elmundo.es ni www.elpais.es, ni www.abc.es ni www.larazon.es referencias informativas habituales para millones de profesionales que andamos pegados a la pantalla de manera habitual.
Mucho nos tememos que se trata de mucho más que un error burocrático. Dejar fuera de la agenda a los medios electrónicos forma parte de una estrategia trabada desde hace tiempo. El Gobierno de Zapatero sabe que los medios de Internet no son domesticables. Sus estructuras son pequeñas y por tanto, su dependencia de la publicidad es menor. Digamos que somos más ágiles. Y eso nos hace más libres. Y eso sí que no. No lo pueden soportar. Por eso instan a las grandes empresas a que dejen de publicitarse en nuestras consultadísimas páginas. Por eso acosan a los profesionales impidiéndoles el acceso a organismos oficiales y ruedas de prensa.
Y es que algunos no han entendido que la libertad de expresión consiste en respetar la diferencia, e incluso la crítica. Y es precisamente esa libertad de expresión la que construye una sociedad libre y una democracia más sólida. Una lección que parecen no haber aprendido todavía los responsables comunicativos de Moncloa. Otra vez será. Siempre nos quedará septiembre.