Ni siquiera la semana del anuncio de su renuncia ha consentido el Papa convertirse en el centro de atención.
La gran pregunta que ha lanzado al inicio de la Cuaresma es: ¿qué lugar tiene Dios en mi vida El Papa advierte de que el contexto social a menudo constituye un serio obstáculo para la fe, que debe ser una opción consciente, asumida muchas veces contracorriente. Incluso en la propia Iglesia hay divisiones y actitudes hipócritas, que es preciso superar.
No se trata de rasgarse las vestiduras ante los pecados ajenos, sino de estar dispuestos a actuar sobre el propio corazón, o más bien, a dejar que Dios lo transforme.
En eso consiste la fe. El cristiano, aclara el Papa en su Mensaje para la Cuaresma, no es otra cosa que "una persona conquistada por el amor de Cristo", que movido por ese amor da testimonio ante el mundo y se entrega al servicio de los demás.
Lluis Esquena Romaguera