Aunque lo digan El País y El Mundo, que en materia eclesiástica no dicen más que necedades –no, en otras materias a veces no dicen necedades, sino simples embustes-, Benedicto XVI no ha resucitado las misas en latín, entre otras cosas porque nunca habían muerto. Quien quiera convencerse de ello, no tiene por qué acudir a los medios –que son esos, medios-, sino al origen, y leerse el Motu Proprio con un doble objetivo: enterarse de lo que realmente ha ocurrido y comprobar como el periódico progre de izquierdas (El País) y el periódico progre de derechas (El Mundo) mienten como bellacos y en la misma dirección cuando se trata de fastidiar a la Iglesia.
Aún mejor, lean la más aclaratoria carta personal del Pontífice que aclara el documento, carta dirigida a los obispos cristianos. Como no podía ser de otra forma, la liturgia "normal" de la misa es la procedente del Concilio Vaticano II, como no podía ser de otra forma, sin que eso suponga derogación o condena de la liturgia anterior, misas en latín incluidas, que es perfectamente válida aunque no se considera "extraordinaria". En cualquier caso, "Vuestra caridad y prudencia pastoral serán estímulo y guía para un perfeccionamiento" (de las normas fijadas por El Vaticano).
Los dos misales son válidos, así como las Eucaristías basadas en ambas liturgias. Lo que no es válido es consagrar bizcochos ni blasfemar sobre las especies consagradas.