Los cálculos son geniales, porque incluso le imputan los impuestos abonados a Hacienda y cuando los ha reclamado ha descubierto que los Ministerios de Economía y de Justicia aceleran los trámites para cobrar y ralentizan los trámites para devolverle: no tiene respuesta.
En cualquier caso, el balance de la cuestación habla de 28.000 euros, a sumar a los 30.000 de la primera cuestación. Todavía queda camino por recorrer, una vez satisfecha la primera cuota. Animo a los lectores de Hispanidad, que no lo hayan hecho ya, a enviar su donativo. Sí, sé que hay otra muchas causas que necesitan ayuda, pero esta batalla hay que ganarla porque es una batalla arquetípica de lo que se nos viene encima a los cristianos y a los defensores de los valores no negociables (vida, familia, libertad de enseñanza y bien común). Como la ha ocurrido a don Fernando, que se jugó el puesto por intentar defender a una niña de dos lesbianas, el Sistema expulsará a todo aquel que se atreva a contradecir sus imposiciones. Una de esa imposiciones es la ideología de genero que no sólo implica la defensa del matrimonio homosexual y de la adopción de niños por una pareja de gays o de lesbianas: significa que quien se atreva a contradecir, simplemente a opinar, en contra, será laminado: se le apartará de cualquier centro de decisión, se le destrozará su carrera y, con un poco de suerte, acabará en prisión.
Ante esa tiranía, la única respuesta que cabe es la de la coherencia y la del apoyo a los coherentes. El Estado, con toda su fuerza, pretende, no sólo retirar del foro público a un juez y destrozarle su carrera -eso ya lo ha hecho- sino amenazar al discrepante: como te atrevas a decir lo que piensas y a actuar según tus principios ya sabes lo que te espera: lo mismo que a Ferrín. Ergo, todo Ferrín que se atreva a desafiar al sistema en nombre de nuestros principios debe contar con nuestro apoyo. No está en juego el patrocinio ni la profesión de Ferrín: lo que está en juego es la verdad y la coherencia. Por eso insito: ayudemos a Ferrín porque nos estamos ayudando a nosotros mismos, y entramos en la batalla cultural, la única batalla digna, aquella que trata de cambiar la sociedad, no el Gobierno de turno, porque los gobiernos, incluidos los mejores, son enemigos de oficio de la verdad y de la libertad.
Eulogio López
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