Si el 99% del electorado español considerara que yo debo ser fusilado injustamente, aún con todo... yo intentaría librarme del fusilamiento. Si la mayoría de los ciudadanos consideran que se debe legalizar, es decir, promocionar, el crimen del aborto, yo intentaría promocionar la vida y evitar abortos.

Recordar a estas alturas del relativismo, ligeramente imperante, que el ordenamiento legal debe adecuarse al a ley natural, hoy llamados principios fundamentales resulta pertinente. Entre otras cosas porque el problema de fondo es que todo quisqui se dice relativista pero nadie ejerce como tal. Para demostrarlo bata con un ligera modificación del primer aserto: "Qué haría una progre relativista ante la siguiente proposición: aunque el 99% de la ciudadanía considerara que hay que lapidar a una mujer por adúltera, ¿usted aprobaría la medida? ¿Y si la pena de lapidación fuera dictada por un juez? ¿Haría usted algo por impedir el cumplimiento de la pena?

En Liechtenstein, el príncipe herededo Alois, que ejerce en el momento actual como Jefe del Estado, advirtió, ante al celebración de un referéndum sobre el aborto que si éste se legalizaba él no sancionaría tamaña bestialidad. Al final, ganaron, por los pelos, los partidarios de la vida, pero los partidarios de la muerte del minúsculo país centro europeo se la tienen jurada a Alois: quieren 'destronarle'. Todo ello por tener la valentía de ser fiel a su conciencia y, sobre todo, a la ley natural, la más importante de todas las leyes. Por hacer lo que se negó a hacer el Rey de España, Juan Carlos I.

¡Bien por Alois! Le asiste la justicia y le asiste la razón. Y sobre todo es valiente: prefiero perder el reino a perder su conciencia.

Eulogio López

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