Sr. Director:
Llevo mucho tiempo oyendo lo de la necesidad del pacto educativo, pero aún no he logrado saber cuáles son los 4 ó 5 motivos de peso por los que los partidos políticos lo consideran necesario; por eso he procurado buscarlos por mi cuenta. Se me han ido ocurriendo los siguientes:

 

Que los padres tengan la libertad de escolarizar a sus hijos en el idioma que quieran. Pero, sorprendentemente, en las 104 propuestas del Ministerio no se agarra este toro por los cuernos, ni siquiera por el rabo. Claro, que no sé de qué me extraño, cuando es un socialista el que pone multas por rotular en castellano, y los demás socialistas,... ¡calladitos!

Establecer unos criterios claros y duraderos sobre los conciertos para que todos los afectados sepan a qué atenerse. Como yo me muevo en el ámbito de la enseñanza pública, no estoy muy al tanto de esto, pero lo que sí parece claro es que los conciertos no deben depender del capricho del Consejero de turno. Pero, curiosamente, o no, de esto se dice muy poco o nada en las 104 propuestas del Ministerio.

Conseguir  una mayor estabilidad legislativa (de esto sí he oído hablar). Pero para ello no haría falta pacto; bastaría que los del PSOE, que son los únicos que en los últimos 30 años han hecho cambios significativos, se estuviesen quietecitos.

Resolver el problema de la enseñanza de la Religión. Este problema, como tantos otros, lo creó uno de los gobiernos socialistas cuando se cargó la pacífica convivencia entre la Religión y la Ética. Y la solución podría encontrarse retornando a algo similar a aquello: siempre que haya un grupo de no menos de una docena, por ejemplo, de alumnos que deseen una determinada enseñanza religiosa, que se establezca; eso sí, exigiendo que se cumpla el principio de reciprocidad. Los que no quieran ninguna de estas enseñanzas, que estudien Ética o EpC. Pero tampoco parece que este problema se procure resolver con las 104 propuestas del Ministerio.

Y podría seguir con algún que otro cambio importante que, debido a la oposición de los nacionalistas, no podría salir adelante sin el acuerdo entre socialistas y populares; pero no parece que estas cambios, para los que sí se requiere el consenso, los deseé afrontar el actual Gobierno. Y es que, a mi modo de ver, la mayoría de las 104 propuestas del Ministro Gabilondo son más de lo mismo (logsismo a tope); otras son obviedades, y las restantes son meras y ambiguas intenciones que vaya usted a saber cómo se concretarían después. ¿A qué viene, pues, tanta propuesta para no resolver ningún problema importante? ¿Dónde están las medidas para combatir la gran indisciplina reinante? ¿Qué acciones concretas -reválidas o similares, por ejemplo- se proponen para que el nivel académico deje de estar por los suelos?

Pienso que firmar un pacto así sólo supondría dar el visto bueno a todo lo que se ha venido haciendo hasta ahora, y que ha generado el gran fracaso escolar, en lo informativo y en lo formativo.

Vicnuel Sánchez González