El elenco de las embestidas del Estado laicista español a la Iglesia, tanto a la jerarquía eclesiástica como al resto de los creyentes, es pertinaz. De modo concreto a tres cuestiones que gozan de una considerable trascendencia: La defensa de la existencia, la protección de la familia y la instrucción de la prole.
En primer término, tenemos el aborto y la eutanasia. Dos maneras de asesinar que están en el ánimo de nuestros gobernantes con la teoría de acelerar los trámites jurídicos hasta dejar, completamente, abierta la interrupción voluntaria del embarazo, esto es, legitimar el aborto y la eutanasia.
En segundo lugar, la familia, que fue lacerada mortalmente con el pláceme de la ley que aprobaba los casamientos entre mortales del mismo sexo.
Y por último, la educación. El Gobierno ha legalizado, en contra del derecho de los progenitores a la educación de sus benjamines, la Ley de Educación de la Ciudadanía, cuya magnitud va desde un epítome pornográfico a un adoctrinamiento gubernamental, por lo que dicha materia es onerosa.
Nos comprometemos a atajar la hemofilia contra la vida, la familia y la educación, que provienen de un laicismo ateo.
Reivindicar el derecho al aborto, al infanticidio, a la eutanasia, y reconocerlo legalmente, significa atribuir a la libertad humana un significado perverso e inicuo; el de un poder absoluto sobre los demás y contra los demás. Pero ésta es la muerte de la verdadera libertad, afirmó Juan Pablo II.
Clemente Ferrer Roselló
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