O lo que es lo mismo, el enemigo está dentro, muchachos.
La teoría se expresa así: No se cambiarán presidentes... salvo que algún accionista o consejero lo considere oportuno, pero no porque el Gobierno intervenga.
No son palabras textuales, porque se trataba de una amigable conversación con directivos del sector energético, pero lo cierto es que el ex ministro de Economía favorito de Felipe González, Carlos Solchaga, ha reaparecido en escena en Madrid. Y lo ha hecho en tromba, porque el estilo es el hombre.
Total, que cada día que pasa, mejor, cada hora, se va perfilando de qué forma espera el próximo Ejecutivo cargarse a todos los presidentes afines al Partido Popular, o más bien colocados por Rodrigo Rato al frente de las grandes empresas españolas.
El PSOE se ha vuelto prudente y no quiere intervenir de forma directa en las empresas privatizadas. No, la revolución debe venir de dentro, utilizando a accionistas significativos o consejeros con ganas de medrar. Por ejemplo, las cajas de ahorros. Además, si no es responsable de los nombramientos de presidentes tampoco lo será de sus meteduras de pata, argumento que debe meditarse detenidamente.
Ayer hablábamos de que la utilización de José Ignacio Goirigolzarri (nadie ha dicho que él lo pretenda, que conste) es considerada como un estupendo sistema para terminar con el presidente del BBVA, Francisco González, y arrebatarle al Partido Popular la famosa españolización del BBVA, que tanto irrita en los ambientes nacionalistas vascos.
En cualquier caso, Solchaga ha elevado la anécdota a categoría: se trata de utilizar a los accionistas de referencia, consejeros delegados o cuerpos directivos para realizar la revolución desde dentro. Y no es tan difícil hacer coincidir los deseos del Gobierno con los intereses o aspiraciones de consejeros y ejecutivos. Y siempre se podrá presentar como una revolución desde dentro, sin interferencias internas. E insistimos, el papel que jugarán las cajas de ahorros, accionistas de referencia de empresas clave del país, será trascendental.
Pero pueden creerlo, en pocos meses, toda las cúpulas empresariales habrán cambiado. Es el cambio tranquilo, el de Zapatero, basado en los divorcios internos. Como quien dice, basados en el suicido, antes que en el asesinato.