El presidente de la SEPI, Enrique Martínez Robles, anunció esta semana la inviabilidad de Izar en cuatro meses. Su plan de choque consiste en regresar a la antigua división entre astilleros civiles y militares, traspasar todo el personal que se pueda del civil al militar, buscar compradores para los astilleros civiles con carga de trabajo y prejubilar al resto del personal echando el cierre.

 

En la Naval de Sestao existe preocupación sobre el futuro de la compañía. Nadie discute que la situación es compleja y que "no existen varitas mágicas", pero el Gobierno vasco se queja de que no se le haya consultado para resolver "la patata caliente". Con la Naval, Bilbao se juega nada menos que el futuro industrial de la margen izquierda, seriamente dependiente de los astilleros públicos.

 

Los sindicatos están preocupados, aunque no tanto como lo que sería esperable. Saben que las jubilaciones "doradas" llegarán. Y saben también que cuanto más dura sea la reivindicación (ruedas quemadas, disturbios callejeros, huelgas salvajes) más "dorada" será la jubilación. Así que emprenden el mes de agosto con cierta calma. Vacaciones para preparar fuerza reivindicativa.

 

Los 1.200 trabajadores quedarán tan protegidos como los trabajadores de Hunosa. Dinero suficiente y mucho ocio. Una combinación socialmente poco recomendable. Y si no, que se lo pregunten a ese treintañero prejubilado llamado Emilio Suárez Trashorras.

 

El problema serán los cerca de 3.000 trabajadores de la industria auxiliar, los pequeños talleres de menos de 20 trabajadores que trabajan indirectamente para la Naval y que carecen de protección social. Esos serán las verdaderas víctimas del plan de ajuste. No tendrán un retiro "dorado" ni nadie se acordará de ellos. Ni siquiera esos profesionales de la protesta llamados "sindicatos". Porque las centrales sindicales se han convertido en maquinarias supereficaces para impedir la viabilidad de las grandes empresas por la vía del dominio del derecho laboral, pero han abandonado al trabajador de la pequeña y mediana empresa, mucho menos protegido y mucho más expuesto a la intemperie. Y la Naval es un buen ejemplo de ello.