Sr. Director:

Las personas cuando nacen se les pone un nombre para identificarlas, el cual se inscribe en el Registro Civil de la población en la que haya nacido. Pero, a los pocos meses, ya se les empieza a modificar el nombre, a ponerle apodos (a veces poco originales), que hacen que el trato con esa persona sea más cercano. Y es que el apodo es el "segundo" nombre de una persona, el cual se caracteriza por ser más simpático, y también porque define más la personalidad a la cual se le acuña, aunque esto se podría matizar.

Pero lo que sí que está claro es que los diminutivos y apodos siempre han existido y siempre existirán, pero esto no es motivo para que las mascotas se les ponga el nombre de las personas y viceversa. Y por este motivo, resulta un tanto chocante apelar a una persona con apodos poco apropiados y que pueden dar lugar a confusión. Uno de los casos reales que conozco es el de un chico que tiene por nombre Jesús, pero todo el mundo le conoce como Chusqui y a su perro (un pastor alemán) como Dani.

Yo estoy de acuerdo con apodar a una persona en determinados momento y situaciones, pero no me parece ni inteligente ni original usar un nombre propio de una persona para llamar a un animal, ya que se produce una situación un tanto contradictoria guiada por la indiferencia.

Lorenzo Domínguez

lorenzodominguez@hotmail.com