Sr. director:
Los tribunales han condenado al Rector "Magnífico" de la Universidad Complutense de Madrid, D. Rafael Pujol Antolín, por haber castigado injustamente al Profesor Titular de su universidad, Juan Ignacio Hernáiz, por uno de sus libros. No sabemos si el Sr. Pujol cedió en su día a las "exigencias" del totalitario lobby de presión "Gay Power" por miedo, por falta de convicciones democráticas, o por qué motivo. Hay que alegrarse de
que la sentencia judicial haya defendido la libertad de expresión, de cátedra y también de pensamiento. Me parece que lo que está en juego no es sólo rechazar la actitud totalitaria del citado lobby gay, sino que está en juego el mismo concepto de tolerancia. La tolerancia es el respeto a la libertad (mientras ésta no dañe el bien social); no es la ausencia de discrepancia en el modo de pensar. Pero quienes tienen mentalidad totalitaria, entienden la tolerancia como "no discrepar del pensamiento considerado como el correcto por ellos mismos"; y al final, con el pensamiento "políticamente correcto". Y así, quien tiene otras convicciones, aunque sean fundadas y respeten la libertad, es considerado y atacado como intolerante y quizá fundamentalista y peligroso para libertad. Para ellos sería mejor una Sociedad de borregos que una Sociedad con convicciones libres y fundadas, cuando, por el contrario, éstas son un bien para la Sociedad.
El Sr. Rector no supo defender la libertad contra esa intolerancia; además de cometer un injusto atropello con un Profesor de la Universidad de la que es responsable D. Rafael Pujol Antolín debe pedir disculpas no sólo al Profesor Hernáiz. Debe pedirlas también, sobre todo, a toda la Comunidad Universitaria a la que ha ofendido en materia de suma gravedad. Una Universidad debe ser un ámbito de libertad de expresión y de pensamiento. Y debe rechazar inmediata y totalmente a cualquier pretensión totalitaria; más si se ejercita con el sectarismo y las formas moralmente coactivas como las que emplea el lobby "Gay power":¡ay de ti si discrepas!
Jaime Sánchez López