Barack Obama, supongo que para que Israel no se enroque -y no el falta razón para hacerlo- ha defendido en Naciones Unidas y ante el líder de Ramallah, Mahmud Abbas, la creación de un Estado palestino pero ha impuesto sus condiciones: que reconozcan a Israel su derecho a la existencia y que dejen de atacar a los judíos.
Al final, todo el problema de Oriente próximo es el problema de la capital Jerusalén. Suponiendo que ambas partes se sienten a la mesa, habrá que hablar de Jerusalén, al que no renuncian ni uno ni otro bando. Sin acuerdo sobre la cuestión jerosolimitana, no habrá paz.
Pero Estados Unidos, y el resto del mundo cristiano, se han olvidado de que Jerusalén también es centro cristiano. Apenas hay judíos cristianos pero sí muchos palestinos cristianos y, en cualquier caso, Jerusalén es el lugar de la redención y resurrección de Dios hecho hombre.
Por tanto, la solución de convertir a Jerusalén en una ciudad abierta, aún cuando tenga partes judías y palestinas, no debería ser olvidada por Occidente.
Eulogio López
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