La escasa natalidad en Rusia es un dilema, pero su alzada mortandad es una anomalía para su progreso. El índice de fertilidad es menor al preciso, para afianzar el reemplazo generacional.

Se han tomado medidas natalicias. La más lucida ha sido la llamada capital maternal, con una cantidad de 10.000 dólares que se concede a través de una cédula especial, al nacimiento del segundo hijo.

Los demógrafos se exhiben reflexivos sobre el efecto de estas medidas. Anatoli Vychnevski, director del Instituto de Demografía de Moscú, ha llevado a cabo un análisis sobre el problema demográfico de Rusia, que ha sido divulgado por el Instituto Francés de Relaciones Internacionales, en el que se asevera que la esperanza de vida es de 73 años para las esposas y de sólo 61,4 para los varones.

¿A qué se debe esta marcha atrás? En la disparatada mortandad masculina influyen el alcoholismo, el  tabaquismo y una nutrición anacrónica. El más perjudicial es el consumo de bebidas etílicas: el 40% de los suicidas y el 80% de los homicidas ejecutan sus crímenes embriagados, según una investigación de la Cámara Cívica de Rusia.

La exigua natalidad y la enorme mortandad están provocando un declive de la cantidad de rusos, que ha pasado de 148,6 millones a principios de 1993 a 142 millones al día de hoy. 

También advierte Vychnevski que el país va a sufrir, a corto plazo, una reducción drástica de su población activa. Según los pronósticos del Instituto de Estadística de Rusia, la conjetura es que el bajón de la población será de 11 millones de ciudadanos, entre 2008 y 2025.

El recurso a la inmigración lograría subsanar la bajada demográfica rusa. A partir de los años 90, el retorno nómada, por la vuelta de rusos que estaban en otros países, y por el menor éxodo de rusos, ha mejorado la situación.

El último informe gubernativo, Concepción de la política demográfica, expone el propósito de lograr un saldo migratorio anual de 200.000 mortales hasta 2016, y de 300.000 en 2025. Pero, dice Vychnevski que ni la sociedad rusa, ni las elites tienen una postura favorable a la inmigración.

Clemente Ferrer 

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