Las quemas de conventos y las matanzas no comenzaron en 1936 -eso, la Guerra Civil, fue la consecuencia, no la causa- sino en 1931, un mes después de la llegada del Nuevo Régimen.
Recordemos que una democracia no es el régimen en el que se vota libremente, sino el régimen en el que se respetan los derechos humanos. La II República no los respetó.
Y el caso es que con la Transición a la democracia los españoles habíamos olvidado un periodo tan homicida de nuestra historia, pero ahora, miren ustedes por dónde, gracias a ese don de la naturaleza llamado José Luis Rodríguez Zapatero, España ha vuelto a partirse en dos, y la persecución religiosa se reanuda. Como nos hemos vuelto muy finos, ya no quemamos curas, sólo les injuriamos allá donde podemos.
Pese a todo ello, el Rey y sobre todo el príncipe heredero, que ya está ejerciendo como Rey, debiera recordar que de su comportamiento dependerá el mantenimiento de España como monarquía. Si no se respeta la fe cristiana en un país de raíces cristianas, no caerá la Iglesia -que es indestructible- pero sí puede caer la monarquía.
Eulogio López
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