Ningún cristiano del siglo XXI podrá excusar su incoherencia en la jerarquía eclesiástica, al menos, no en Roma, porque si Juan Pablo II fue el hombre del siglo XXI, Benedicto XVI puede macar el siglo XXI.

Wojtyla fue quien habló del martirio de la coherencia y con esa frase marcó una pauta intelectual indeleble. Hoy el martirio -testimonio- de la coherencia, lo ha manifestado  Claudio María Celli, que preside el Pontifico Consejo de las Comunicaciones Sociales, durante su intervención en la pontificia de Salamanca. El punto tres es vital: la Iglesia pide coherencia, sólo eso, nada menos que eso, a las facultades de periodismo que se llamen católicas: a Salamanca, san Pablo CEU, Navarra, Murcia, Lovaina, Notre Dame, etc.

Una facultad católica no es una facultad plural, porque si fuera plural no sería católica, ni comunista, ni liberal, ni protestante, ni budista, ni panteísta, ni agnóstica ni obamista. Lo que debe ser plural es el sistema universitario, de tal manera que hay facultades católicas, comunistas, liberales, protestantes, budistas, panteístas, agnóstica y obamistas. 

Lo mismo sucede con la prensa: el pluralismo consiste en que haya voces que defienden todas las posturas en prensa, radio, TV e Internet (sólo hay libertad en esta última en la WWW, el único territorio libre de la sociedad de la información). Es muy bueno el pluralismo externo, pero este pluralismo interno que se pretende en el propio seno de cada unidad académica o periodística no es plural sino lo que comúnmente se conoce por esquizofrenia.

Eulogio López

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