Sr. Director:
He asistido con mi esposo este fin de semana a conciertos y audiciones donde muchos niños y niñas-algunos de nuestros nietos más pequeños entre ellos-han interpretado villancicos en honor del Niño Dios.

 

Lo de menos es la calidad interpretativa; lo de mucho más es la ilusión, la fuerza que les sale de dentro cantando a voz en grito, la inocencia y sencillez en fin, propia de los pocos años que, sin menoscabo de avanzar adecuadamente en el ejercicio de la razón, nunca debiera abandonarles.

Cientos de miles de estos infantes están próximos en el tiempo a perder esa inocencia, iniciándose en la vorágine de la droga y el sexo, vía Internet, el compañero/a de clase, o el camello en las proximidades del colegio.

Después vendrá la píldora del día después, a continuación el aborto, y después…Todos estamos obligados a velar -los padres los primeros- porque esta situación se corrija, pero es evidente que los representantes del pueblo tienen la gravísima obligación de legislar para el bien de sus representados, dictando leyes en tal sentido y haciendo que se cumplan.

Creo innecesario detallar aquí los muchos puntos negros que hay en la 'carretera' construida en los últimos años, donde muchos niños han dejado algo más que la vida.

Amparo Tos Boix