Decíamos ayer que la ley contra la violencia de género no supone otra cosa que la marginación del varón. Es una ley que se carga la presunción de inocencia y probablemente una de las normas más aberrantes para masacrar al 50% de la población: los hombres. Basta con la acusación -la mayor parte de las veces falsa- para que su pareja termine en la trena y esquilmado. De paso, la ley zapateril contra la violencia de género -ideología de género en estado puro- se unió al divorcio exprés, por lo que los divorcios se están convirtiendo en una de las grandes injusticias del derecho español: una rama miserable para que cualquier desaprensiva destroce la vida de su media naranja.

Pues bien, el Partido Popular aprieta aún más las tuercas de la opresión. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría (en la imagen), presa de la emoción, anuncia que aún endurecerá más la norma, es decir, que acrecentará la injusticia.

Ya se sabe que la ideología de género tiene dos objetivos: crear ciudadanos de dos divisiones, mujer y hombre, y, de paso, ahogar a la raza humana, pues ya se sabe que el principal objetivo del feminismo es el aborto. Por cierto, el aborto es el grado más alto de violencia de género, homicidio sobre el que decide la madre -¡menuda madre!-, que no el pérfido varón. Y no al ritmo de 60 homicidios al año sino de 300 al día.

Eulogio López

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