Ni tan siquiera es un plan keynesiano: el dinero dedicado a infraestructuras es el chocolate del loro. Con Obama, la demagogia se impone como estrategia política. Yo también queria que un negro llegara a presidente de la primera potencia mundial, pero no éste.
Qué curioso, los tres senadores republicanos que han apoyado el plan económico de Barack Obama son 'pro-choice' (Susan Collins y Olympia Snowe -senadoras por Maine- y Arlen Specter, senador por Pensilvania). Para que luego digan que hablamos demasiado de aborto.
Es lógico. El aborto representa la impronta ideológica e ideológica más fuerte de todas. Hablamos del derecho a la vida, que es la base del resto de derechos, políticos, sociales y económicos. Más que nada por la tautología de que, si uno muere, ninguno de ellos se puede disfrutar.
Barack Obama afronta la crisis como todo un progre que es. Un progre europeo, continente en declive, decadente, controlado por una progresía que no sabe ni lo que quiere, pero sabe lo que no le gusta: la alegría de vivir. La economía no es más que una de las muchas consecuencias de una cosmovisión dada: así piensas, así decides tu política económica, que, desde el punto de vista política, no es otra cosa que política fiscal. La política económica de Obama es consecuencia lógica de la cultura de la muerte.
Por tanto, Obama ayudará a los bancos causantes de la crisis, a los especuladores de Wall Street, aún más que George Bush. Con dinero público o con dinero fabricado -que también es dinero de todos- está dispuesto a dedicar hasta 2 billones de dólares en un plan de salvamento de especuladores. No me extraña que los republicanos, más capitalistas, se nieguen en redondo. El capitalismo es cruel con los débiles, pero tiene muy claro que cada cual es hijo de su esfuerzo y que el que la hace la paga... y no se le paga por habernos robado nuestros ahorros. Dicho de otra forma: un verdadero capitalista habría optado por la quiebra.
Dicho de otra forma, Obama, como buen progre, se apunta a la política del subsidio, de la subvención pública, donde el progresismo se encuentra más a sus anchas, más que nada porque funciona con el dinero de los demás -especialidad progre-, y por una razón aún más importantes: convierte a los ciudadanos en siervos, siempre pendientes del favor del Estado, es decir, del Gobierno de turno. Y la conclusión final es peor aún: con el plan Obama -que lleva hasta el final el plan Bush- ahora los especuladores y los apalancados saben que sus roturas las paga la comunidad, que lo suyo tiene arreglo por lo que reincidirán en su letal actividad, letal para la economía real y letal para el bien común. Hasta ahora, el fantasma de la posible quiebra les mantenía alerta ante sus propios excesos, ahora no.
Como buen progre -piensen en su sosias, Zapatero- Obama es un maestro de la propaganda. Así, la ayuda a los ricos -insisto, en mayor medida de lo que Bush se atreviera nunca- constituye el grueso de la prensa adicta -la inmensa mayoría en Europa-. Pero el plan de ayudas no alcanza los 800.000 millones de dólares, es decir, la tercera parte de lo que puede costar sanear el parasitario sistema financiero norteamericano (sin sumar las ayudas a empresas en quiebra). Y en esos algo menos de 800.000 millones, se incluye la construcción de infraestructuras -poquísimas, para un país como USA- reducción de impuestos -mínima, unos 200.000 millones-, ayudas, aún más minúsculas, para la mejora de escuelas, y algunos apéndices.
Si estas 'miserias' despiertan la economía de un país que es un subcontinente, también será probable que el abajo-firmante sea nombrado arzobispo de Toledo. En resumen, el plan Obama no va a crear empleo, pero enaltecerá a su líder, que vive de gestos, y el Plan es, en su mejor perfil, un gesto, en el peor, una estafa de la especulación a la ciudadanía.
Como buen progre, Obama es un estupendo propagandista y un grandísimo demagogo -observen el curioso parecido con ZP-. Por ello, todo este gigantesco trobo, el mayor despliegue plutocrático de la historia de EEUU, la mayor ayuda a los parásitos de Wall Street... lo conjuga con una exigible limitación de salarios de a los directivos causantes del desastre. ¡Sólo faltaba!, que salváramos al Citi, Merrill, Morgan, Bank of América o AIG y compañía y sus ejecutivos ni dimitieran ni se redujeran su salario (que, de hecho, no lo van a hacer). Pero esa limitación no es más que el chocolate del loro, el demagógico chocolate del loro. Aquí en España, otro progresista, sólo que de derechas, Francisco González, presidente del BBVA, predica con el ejemplo y se ha llevado en 2008, año de la crisis, 16 millones de euros a su casa.
Y la guinda de la política económica Obama: energías renovables, ecoverdismo, tontuna políticamente correcta. Obama renuncia a la energía de los pobres -la nuclear- para construir molinillos y placas solares. Es decir, para subvencionar a los fabricantes ricos y obligar a los pueblos a consumir energía carísima.
El Plan Obama, tan alabado en Europa, nos condena a una crisis larga y 'sostenible'. En efecto, no se han abordado las causas de la crisis, por lo que especulación y el apalancamiento se intensificarán. El nuevo presidente norteamericano ha inventado la crisis sostenible, es decir, la crisis permanente.
Por último ,recordar que el precedente creado en esta crisis -pagar las deudas del culpable para que la rueda especulativa que nos aplasta continúe girando- tiene consecuencias 'políticas'. No sólo alargará la crisis, sino que reducirá las libertades. En efecto, el Estado tendrá cada vez más poder sobre el ciudadano, porque el Plan Obama hay que pagarlo -sólo una mínima parte se destina a la reducción de impuestos- y los pagarán varias generaciones de norteamericanos, de igual forma que las políticas europeas, también entregadas a a la subvención publica -a la que califican de prestaciones sociales' que queda mucho más fino) hipotecan las futuras generaciones de europeos (que no serán muchos por el invierno demográfico que padecemos).
Este es el mito Obama, el hombre más alabado del planeta. Un bluf económico que presagia la segunda parte: el 'bluf' diplomático- pacifista, porque nada provoca más guerras que el pacifismo progre. Eso sí, promover la matanza de inocentes no nacidos y vulnerar el derecho a la vida en todo el planeta se le da de madre.
Además, nos resta el tercer y pero de los 'bluf' Obama: el sincretismo, la mezcolanza religioso-filosófica que pretende terminar con la Iglesia católica, el verdadero enemigo del nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Insisto: yo también quería un negro en la Casa Blanca, pero no éste.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com