En esta batalla hay dos posturas: la de la Patronal pidiendo un contrato en el que el despido sea más barato y la de los sindicatos que se niegan en redondo. Zapatero está abonado a la segunda opción. Poco importa que el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet o el comisario de Economía, Joaquín Almunia, le pidan una reforma laboral.
Incluso Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, considera que los cambios son inevitables. MAFO cree que el crecimiento salarial daña los niveles de empleo, a pesar de que los indicadores de la economía han moderado su caída. La apuesta del gobernador significa que el socialista MAFO no acepta las órdenes de dos compañeros de partido a los que desprecia: ZP y Salgado
Desde Abuja (Nigeria), la respuesta del presidente del Gobierno no se ha hecho esperar: no abaratará el despido porque no está en su programa electoral. Zapatero depositaba su confianza en el diálogo social que mantienen patronal y sindicatos, que verá la luz antes del mes de agosto.