Sr. Director:
Hace unos días escribí un pequeño artículo titulado "El padre en la familia", en él pretendía mostrar que "sin el padres no hay familia". Hoy, ante el hecho de que cada vez haya más hijos sin padre, me pregunto ¿Por qué se ha impuesto en nuestra sociedad la idea de la ausencia del padre?

Hoy, acríticamente, se divulga la figura del padre indigno o incompetente, sostenida por la legislación y estereotipada por los medios de comunicación. ¿No han observado como en la mayor parte de los guiones de las series televisivas, es presentado como incapaz de situarse en la relación educativa, de ocuparse de adolescentes, menos todavía de proclamar las exigencias necesarias a la vida en sociedad, incluso de reprender cuando es necesario?

Muchas mujeres reprochan a los hombres no cumplir con el papel de padre cuando, más o menos conscientemente, ellas se las han arreglado para no dejarles el lugar que les corresponde. "La madre aleja así al padre, con el riesgo de culparlo en un proceso perverso que le permite confirmar su poder y su sentimiento de omnipotencia sobre sus hijos, sobre el hombre y sobre el padre", dice Anatrella, autor que ya comentaba en mi primer artículo.

La ausencia del padre se explica también por la confusión entre procreación y maternidad. Para Anatrella, esta confusión "remite al fantasma femenino de la partenogénesis (es decir, de la fecundación sin macho). La sociedad ha confirmado demasiado fácilmente este fantasma acreditando la idea de que, al no concernir la procreación y la maternidad más que a la mujer, ésta puede educar a un hijo sin padre".

Sin duda que el desarrollo de los anticonceptivos y la trivialización del aborto han contribuido a sostener esta ilusión de que la mujer domina ella sola la procreación. De aquí ha surgido un eslogan: "Mi cuerpo me pertenece". Afirmar esto es sobrentender que "la procreación me pertenece”, algo que es muy discutible. Recordemos que si la maternidad concierne a la mujer, la procreación es compartida por el hombre y la mujer: no es sólo competencia de la mujer. Por ello excluir al hombre (padre) puede llevar a graves desequilibrios en los adolescentes.

Jesús Domingo Martínez

jdmbanyos115@gmail.com