Fernando León de Aranoa insiste en lo que mejor conoce: el drama social al que añade, ahora, toques de humor negro. En esta ocasión la protagonista es una inmigrante que acepta un trabajo estival que se tornará más complicado de lo que parecía
Marcela es una joven hispana que no se siente amada por su marido, un pícaro vendedor de flores. Cuando está a punto de abandonarlo descubre que está embarazada, lo que le fuerza a replantearse la situación. La precaria situación económica que atraviesan le conduce a Marcela a aceptar un trabajo estival cuidando a un anciano gruñón, pero entrañable, llamado Amador
Tras la decepcionante y tópica Princesas, Fernando León acierta en el tono que otorga a Amador, a medio camino entre el drama y la comedia. Gracias a esta ingeniosa historia lanza una mirada ingeniosa a la complicada situación económica y sentimental en la que se encuentran muchas de las mujeres emigrantes que viven en nuestro país (la mayoría de ellas encargadas de cuidar y acompañar a nuestros ancianos) y que nunca tienen una vida ni sencilla ni perfecta. Pero este argumento que de por sí desembocaría en un drama lo convierte en un producto atractivo (aunque alejado de la realidad) gracias a una pincelada de humor negro donde caben todo tipo de personajes humanos y situaciones rozando el surrealismo que provocan más de una sonrisa.
Atentos al papel que en esta historia juega un rompecabezas.
Para: Los que quieran sonreír con una película de original argumento