En el PP, sólo Rajoy piensa que puede ganar
Reina moral de derrota en el Partido Popular. De hecho, parece que sólo Mariano Rajoy considera que aún es posible el vuelco y que se pueden ganar las elecciones del próximo domingo. Bueno, lo cierto es que soy el peor profeta electoral que conozco -después de Pedro Arriola, claro está- pero creo, y lo cree mucha gente en Génova, que el domingo el PSOE ganará... y hasta con holgura.Lo ‘gracioso' es que, hasta el final, en el PP han jugado a centro-reformismo, o progresismo capitalista: han insistido en que había que ganar al votante indeciso, al de centro, para entendernos, al progre de derechas. Sinceramente, creo que eso es lo que les ha hecho perder votos. Y hasta presumo que los progres de izquierda van a ir a votar en masa el domingo, mientras los centro-reformistas son los que, esta vez, se van a quedar en casa. En definitiva, que la incoherencia del PP respecto a valores innegociables como la vida, la familia natural, la libertad educativa, la doctrina social de la Iglesia o la libertad religiosa, en lugar de animarle votos, se los ha quitado. No me gustaría estar en el pellejo de aquellos católicos consecuentes que militan en el PP.
Un ejemplo real, en la persona de un diputado del PP. Él y yo éramos amigos, pero ya no me contesta al teléfono. No nos hablamos desde que, cuando se votaba la reforma de la FIV (texto, que junto a su complementaria, la Ley de Investigación Biomédica, constituyen las dos normas más nazis del Gobierno Zapatero) en el Congreso de los Diputados, mi amigo decidió no acudir a la votación, que, como es sabido, sólo obtuvo el voto en contra de su compañero de grupo, Eugenio Nasarre, que por coherencia, rompió con la disciplina de partido. Le reproché su ausencia y mi amigo se enfadó mucho y ya no responde a mis llamadas.
Hablemos claro: no la teoría, que también, sino la práctica del PP es inadmisible con esos principios no negociables. A día de hoy, la alternativa del político católico en el PP son dos: marcharse del Partido Popular o encabezar una corriente dentro del PP que defienda esos derechos. No ha hecho ninguna de las dos cosas, y se ha quedado aborregado en el grupo parlamentario.
Me he acordado del incidente porque ahora, en campaña electoral, a los representantes de los partidos políticos que defendemos los "valores no negociables" de los cristianos que le estamos quitando votos al PP. No, lo único que quita votos al PP es su incoherencia manifiesta, el pasteleo centro-reformista, los complejos aznarianos.
¿Quién dijo que la coherencia no es rentable? ¿Quién dijo que siempre ganan los malos? Ahora mismo, podemos estar asistiendo al amanecer de una nueva era pro-vida, algo que parecía tan impensable como la caída del comunismo durante los primeros meses de 1989, o con las huelgas de Solidaridad en la Polonia de 1980. La humanidad empieza a llevarse las manos a la cabeza y, creyentes y agnósticos, burgueses y comunistas empiezan a preguntarse. ¿Pero qué hemos hecho? En el entretanto, Rajoy sigue diciendo que dejará como está la ley del aborto. Volverá a perder el tren.
Por tanto, mi vaticinio es que el PSOE ganará y de forma holgada, aunque no con mayoría absoluta. Y esto será muy malo para el PP por dos razones: porque el poder desgasta al que no lo tiene y porque, si el PP pierde pero permanece como primer partido de la oposición, seguirá prolongando su agonía ideológica, es decir, el centro-reformismo acomplejado. La generación del PP sólo será posible cuando aun la derrota sin paliativos le fuerce a renovarse en profundidad... y no en el sentido que pretende ZP.
Más democracia virtual
Quizás porque es un alma laica -es decir, un alma candida- Gabriel Elorriaga pactó con el PSOE unos moderadores socialistas, tan imparciales como un magistrado del Tribunal Constitucional. Es decir, que, una vez más, los complejos centro-reformistas del Partido Popular, le han jugado una mala pasada a la democracia española. Y así gracias a Manuel Campo Vidal y a Olga Viza (a los dos, que no más a la segunda que al primero) Zapatero, hombre de diálogo y talante, se comportó como el maleducado que es, interrumpiendo continuamente a su rival sin que la moderadora, que sencillamente no se atrevía a llamarle al orden -lo hizo una vez y con exquisita delicadeza-. Recuerden que el primer mandamiento de la izquierda progre es el "todo vale" con tal de ganar, y que, por ello, ZP interrumpe a su contrincante y todo el aparato mediático gubernamental (Tele 5, Cuatro, La Sexta, la SER, El País, El Periódico, La Vanguardia, TVE, Radio Nacional, etc.) dicen exactamente lo contrario: que el agresivo, el grosero, era el acomplejado Rajoy.
Ya hemos dicho también, que vivimos una democracia virtual, en el sentido de que nunca los líderes políticos aparecieron tanto en TV y nunca estuvieron tan lejos, del pueblo ni de los intermediarios entre ellos y el electorado: los periodistas. Cuando José Oneto era joven -hace muchísimo tiempo- los periodistas estaban pegados al líder en sus campañas electorales. Les acompañaban por las ciudades de España y compartían los bocadillos de la caravana. Ahora, el líder viaja en Avión fletado y cuando llegan al mitin los DIRCOM del señorito colocan a los periodistas en un palomar. ZP, por ejemplo, sólo hala con la gente de El País, la Ser, RTVE -con éstos incluso menos- y con los de su propio grupo: La Sexta-Público.
Tampoco el pueblo puede acercarse, porque todas las señoras besuqueadas, los niños abrazados y los efusivos apretones de mano y el coro juvenil que rodea al líder son fidelísimos del Partido, cuyos carnés ha sido convenientemente inspeccionados por los servicios de seguridad. El pueblo está allá lejos, y constituye el fondo de las tomas de gran angular, multitudinarias, para demostrar que el pueblo está con su líder. Es una utilización de las masas en beneficio propio.
La cercanía virtual del líder político a ciudadanos y periodistas no es sino lejanía real. No sólo eso. José Antonio Vera, describe hoy la situación actual, desde La Razón, con gran acierto, al insistir en un elemento de la democracia virtual que merece ser tenido en cuenta: las convocatorias de prensa sin opción a preguntar. Una rueda de prensa sin preguntas es que como un presidente del Gobierno humilde: una contradicción ‘in terminis'. Recomienda Vera a los periodistas dejar de acudir "a esas ruedas de prensa en las que no se puede preguntar. Si quieren publirreportajes, que los paguen".
Porque la democracia virtual de la democracia de los -aquí sí- imbéciles.
Eulogio López
Candidato por Familia y Vida al Congreso de los Diputados