El beneficio bruto obtenido por el Grupo Santander durante 2003 se elevó a 4.624 millones de euros, un 11% más que el obtenido en el año anterior. El beneficio neto atribuido creció un 16% y el margen de explotación un 2,78%. Dicho así, habría que resumir el ejercicio en los mismos términos en que los hace su presidente, Emilio Botín, y su primer ejecutivo, Alfredo Sáez: excelente y brillante.
Salvo que es falso. Lo cierto es que el margen de intermediación cayó un 15%, a pesar del control de costes financieros, que se redujeron un 30% frente al 24% de reducción de los ingresos. No, lo que ha salvado al SCH son los ingresos por comisiones. En 2002, el grupo de Botín ya batió todos los récords al obtener 4.289 millones de euros en comisiones, es decir, que esas comisiones representaban un 46% del obtenido en su negocio tradicional del crédito. Pues bien, en 2003 ese 46% se ha elevado hasta el 52%. O lo que es lo mismo, el Grupo Santander se ha convertido en un 'banco gestoría', que obtiene por comisiones más de la mitad de lo conseguido por créditos. Es verdad que las diferencias de tipo de cambio afectan al margen, pero esa no es la variable decisiva. La variable decisiva es que los bancos no se adaptan a vivir en épocas de tipos bajos, tan bajos que, a veces, se sitúan por debajo de la inflación. Y al mismo tiempo, evidentemente, la otra variable es la reducción de costes, la clave para triunfar, según Botín. Los gastos generales cayeron un 12% y eso, unido a 1.600 millones de euros en resultados extraordinarios (más de la mitad de ellos correspondientes a la venta del 25% del grupo mexicano Serfin), posibilitan el crecimiento del beneficio final.