• Los homicidas quemaron sus casas porque habían llevado al hospital a un musulmán convertido al cristianismo.
  • Antes, habían apaleado a ese estudiante, acusado de insultar al islam, y lo dejaron creyendo que estaba muerto.

Nigeria es el mismo país del que llegan las monstruosas brutalidades que perpetra el grupo yihadista Boko Haram, el más sonoro secuestro de las 200 niñas -de las que apenas quedan vivas 40-, con incidentes cotidianos de persecución a los cristianos que no llegan a los medios occidentales. Fides.org cuenta el último de ellos, ocurrido este miércoles, 24. Y la historia es, como siempre en este tipo de agresiones por la fe, estremecedora. Ha ocurrido en Zamfara, lejos del campo de batalla que controla Boko Haram. En esa ciudad vive un estudiante que se ha convertido al cristianismo (antes era musulmán), que está acusado de blasfemia contra el islam. Pues bien, a un grupo de musulmanes no se les ocurrió mejor idea que apalearlo hasta dejarlo sin vida en el suelo. Eso creyeron. La paliza fue monumental, pero no murió. Después, uno de sus amigos -también musulmán- ejerció de buen samaritano y lo llevó a un hospital. ¡Qué menos! Y ahora llega lo peor: cuando los agresores se enteraron, fueron al hospital para rematarlo, pero no lo encontraron. Fue entonces cuando decidieron cortar por lo sano, como quien dice. Fueron a la casa del hombre que lo había rescatado, la quemaron y mataron a la ochos personas que había en el interior. Así las cosas, el desenlace, en este caso esperanzador a pesar de la tragedia: la policía ha confirmado que entre esos ocho asesinados, no está ni el converso agredido ni la persona que le ayudó. Andrés Velázquez andres@hispanidad.com