Abascal, como le ocurre a Felipe VI, no acaba de entender quién es el público que le sostiene.
El espectáculo del lunes con el vergonzoso pacto entre PP y Ciudadanos para repartirse el PP en Madrid, reeditando así la tomadura de pelo andaluza a Vox, coloca a Santiago Abascal entre el ser y el no ser, ente la muerte y la supervivencia.
Tan progre es Rivera como Sánchez, dos caras de la misma moneda. Abascal no debe pactar con el PP y CS ni en Madrid ni en Murcia
Pero ojo, la supervivencia de Vox radica, precisamente, en lo que ahora se llama “bloquear” -verbo favorito de El País y RTVE, lo que ya debería dar pistas- los pactos en Madrid y Murcia sino en todo lo contrario: Vox sobrevivirá sólo si bloquea en Madrid el Gobierno de los progres de derechas, el de Ayuso-Aguado, que supone una burla, la segunda tras Andalucía, de los principios cristianos de Vox.
Esta es la clave, que Vox no es un partido -siempre añado, “al menos en teoría”- ultra sino un partido cristiano. Si cede en los valores no negociables (vida, familia, libertad de enseñanza y bien común) se convertirá en el PP, derecha tibia, o en Ciudadanos, derecha pagana.
Por ceder en los valores cristianos en Andalucía es por lo que Vox perdió votos en abril y mayo
En Andalucía le tomaron el pelo: Vox permitió que la derecha tibia y la derecha pagana tomaran el poder con sus votos y sus votantes se dijeron: son como todos. Conclusión: el 28 de abril y el 26 de mayo perdieron votantes a chorros y la esperanza de una regeneración de la política española se difuminó.
Si ahora ceden en Madrid ante un pacto de Gobierno como el del PP-Ciudadanos, que conlleva, por ejemplo, el lavado de cerebro a los nuestros hijos menores en las escuelas con la ideología de género, Vox acabará en la marginalidad, aunque disfrute de 24 poltronas durante una legislatura.
Muchos votantes de Vox se están diciendo: son como los demás
Ejemplo, el engaño sobre la leyes LGTBI de la señora Cristina Cifuentes (que es del PP, no del PSOE), que explicamos ayer en Hispanidad. Lo único que se afirma es que, a lo mejor, se lleva la Parlamento un debate sobre las dos leyes homosexualista de Cristina Cifuentes. O sea, nada de nada.
Conclusión, Abascal no debe pactar con PP y Cs, ni en Madrid ni en Murcia. Y si eso supone que el PSOE suba al poder en esas comunidades, pues qué le vamos a hacer. Vox no ha entrado en política para expulsar a la izquierda sino para expulsar a la progresía. Y tan progre es Rivera como Sánchez, dos caras de la misma moneda.
El voto católico sí existe: vota a Vox… pero puede dejar de votarle y volver a los partidos marginales o al voto en blanco, o al voto útil (PP).