Me lo envía Javier Garisoain, un tipo espabilado y profundo y es un cartel para leer con atención.

En efecto, de la nada no sale nada. Y lo que es más: las cosas se explican unas por otras, pero no habría manera de explicar por qué existe algo si no fuera porque alguien fuera la existencia misma. Y a ese alguien es al que Aristóteles, hace ya 25 siglos, llamó Dios.