Espléndido, a la par que desastroso, artículo de Salvador Sostres, aparente paradoja que sucede cuando se acierta en las premisas y se marra en la conclusión.

El artículo versa sobre el incendio de Notre Dame, y habla de una catedral que, como tantas otras, ha sido tomada por los turistas y convertida en un museo o en una sala de conciertos.

Pero no: con el incendio de la catedral de París ha caído Notre Dame pero no ha caído Nuestra Señora Santa María.

En París se ha hecho realidad el grito de la izquierda española (Rita Maestre, por ejemplo) pero también el de algunos socialistas: arderéis como en el 36

Es cierto, el diagnóstico de Sostres es espléndido: el principal profanador no es aquel que incendia iglesias. Por cierto, cómo se sentirán ahora esos políticos de Podemos y alguno del PSOE tan aficionados a resucitar aquello de "Arderéis como en el 36". ¿Cómo te sientes Rita Maestre?

No, el principal profanador es el que vacía de contenido una catedral construida para adorar no para admirar. Verbigracia el turista o el redactor de El País, que ha titulado en portada de esta guisa: “Las llamas devoran Notre Dame, símbolo de la cultura europea”. Símbolo de Dios, nominado como con uno de los muchos nombres otorgados a la madre de Cristo encarnado. Otra cosa es que el cristianismo dé sentido a la cultura europea… pedazo de horteras.

Aumentan las sospechas sobre el origen de un incendio tan “rápido”

Continúo con Sostres. Es cierto que entre turistas y culteranos progres han hundido la catedral no incendiada, un producto, por cierto, de la denostada edad Media. Y también es cierto que el incendio de Notre Dame suena a terrorismo cristófobo, a esta era de la blasfemia contra el Espíritu Santo, donde el Enemigo se ha quitado la careta y practica el terrorismo directo… y no sé si hablo con categorías de símbolo o de realidad.

Pero tranquilos, la Iglesia cuenta con un fundador que sabe cómo salir del Sepulcro

Ahora bien, donde creo que Sostres falla es en la conclusión necesaria. Aseguró que el edificio de Notre Dame ha caído –alguno sospechamos que le han empujado- pero yerra: la Iglesia es más mariana que petrina y aunque ahora esté atravesando una crisis profunda, sin precedentes, ni el brazo de Dios se ha debilitado ni la Madre de Dios ha perdido su trono como corredentora de la especie humana. La Iglesia renacerá de esta era de sombras y la Señora volverá a pisar la cabeza del dragón.

Y no a mucho tardar, sospecho. Entre otras cosas, porque esa Iglesia hoy macilenta tiene un maestro que sabe cómo salir del sepulcro. Es un secreto que siempre ha guardado celosamente.