El HSBC está sumido en una profunda transformación que incluye un ajuste de plantilla que afectará a 35.000 empleados durante tres años. El plan, anunciado a principios de 2020, se paralizó en un primer momento debido al Covid, pero el gesto duró apenas unas semanas y la entidad comenzó a despedir empleados en plena pandemia de tal manera que el banco cerró el ejercicio con 10.000 empleados menos.

La otra pata de la transformación es la apuesta por negocios alternativos al puramente bancario y en el mercado asiático, principalmente. Así, en agosto de este año, el banco anunció la compra de Axa Singapur por 575 millones de dólares.

En este contexto es en el que el mayor banco europeo por activos ha presentado, este lunes, los resultados hasta septiembre. No son buenos a pesar de que el mercado los ha premiado con alzas de la cotización del 1,3%.

Sí, es cierto que el beneficio ha alcanzado los 10.819 millones de dólares (unos 9.290 millones de euros), un 224,3% más que en 2020, pero ha sido fundamentalmente por la liberación de 1.400 millones de dólares (1.200 millones de euros) provisionados para hacer frente a posibles impagos. Las perspectivas económicas han mejorado y el banco -como el resto del sector- ha aprovechado para rescatar provisiones y mejorar la cuenta de resultados.

La cifra de negocio, sin embargo, cayó un 2,9% y no superó los 37.563 millones de dólares (32.250 millones de euros). Y eso que comparaba con 2020, año en el que prácticamente se paralizó la economía mundial. El banco, además, tuvo que afrontar el impacto negativo de la amortización de activos intangibles de software: 1.300 millones de dólares (1.115 millones de euros).

Lo más positivo fue la reducción de los activos ponderados por riesgo que propició un aumento en 30 puntos básicos del ratio de capital de máxima calidad (CET1) durante el tercer trimestre. El banco ha anunciado su intención de recomprar, en breve, acciones por hasta 2.000 millones de dólares.