Sucedió esta semana: el BCE sancionó a Abanca por no identificar suficientemente los riesgos relaciones con el clima, es decir, por no cumplir con la burocracia dictada desde Fráncfort. Oiga, y la sanción no es menor: pagos periódicos que suman un total de 187.650 euros.
Definitivamente, Europa se ha vuelto loca. No sanciona al banco por relajar el riesgo crediticio, ni siquiera por poner en peligro el planeta, que ya daría para varias series de memes, sino por no identificar convenientemente sus riesgos climáticos.
“El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido imponer pagos periódicos coercitivos por importe de 187.650 euros a ABANCA Corporación Bancaria, S.A. por incumplimiento de uno de los requerimientos de la decisión del BCE del 1 de diciembre de 2023 que, entre otras cosas, establecía que ABANCA llevase a cabo una evaluación de la materialidad de sus riesgos relacionados con el clima y medioambientales. En la decisión se exigía a la entidad que reforzara la identificación de los riesgos relacionados con el clima y medioambientales materiales a los que está o podría verse expuesta, y establecía el devengo de pagos periódicos coercitivos en caso de que no cumpliera este requerimiento antes del 31 de marzo de 2024”, afirma el BCE en un comunicado.
Porque esa es otra: no sólo le sanciona sino que lo anuncia para quede claro que las obligaciones burocráticas van muy en serio. Y luego nos extrañamos de que Europa se esté quedando atrás respecto a EEUU y Asia.
Y miren por dónde, el banco de Juan Carlos Escotet ha sido el primero en ser sancionado por no cumplir con el papeleo climático -desde aquí nuestro apoyo más sincero-, como también fue otro banco español, el Popular, en ‘probar’ el polémico mecanismo único de resolución bancaria. Las cosas no suceden porque sí.
Sea como fuere, con esta sanción, el BCE ha culminado su dictadura climática que comenzó en 2020 con la publicación de la ‘Guía sobre riesgos relacionados con el clima y medioambientales’. En 2022, el BCE realizó el primer test de estrés climático, tras el cual las principales entidades del Continente recibieron cartas de Fráncfort para que se pusieran al día, climáticamente hablando.
Y todo esto sucede mientras la anhelada Unión Bancaria Europea continúa paralizada. El asunto tiene guasa y habría que empezar a hablar, más bien, de la Unión Burocrática Europea.










