El martes presentó a la CNMV sus cuentas cerradas a 31 de enero de 2020 Eroski, la rama de distribución alimenticia de la Corporación Mondragón, corazón de la economía cooperativa del País Vasco. Y lo hace en unos momentos de gran incertidumbre para el sector por el impacto de la crisis de la Covid-19 y que por las fechas a las que se produce el cierre no se recoge. Pero si la crisis de la pandemia no está recogida, ya desde el inicio de la lectura del informe de auditoría anual realizada por KPMG a mí me surgen incertidumbres sobre cómo se va a ver reflejada en los próximos meses debido a su “peculiar” situación económica.

Recordemos que Eroski viene de una refinanciación de su deuda bancaria en el ejercicio 2019, en la que se reestructuraron plazos de vencimiento y se reconocieron 256 millones de euros (M€) en ingresos financieros por la diferencia entre su valor razonable 1.247M€ y los 1.503M€ registrados en libros. Pero para mí, ya a primera vista, la mayor incerteza en sus cuentas la constituye sus 1.031,9M€ de su Fondo de Comercio al cierre del ejercicio, 1.172,5M€ al cierre de 2019 y que ha generado un deterioro de 140,7M€ en el 2020. Mi incertidumbre viene por la forma de valorar este Fondo de Comercio que proviene de los diferentes puntos de venta, calculando su valor razonable por la rentabilidad de cada uno de ellos. ¿Qué va a pasar en el próximo cierre cuando recojan el impacto Covid? ¿De cuánto va a ser el deterioro?

Pero vamos a dejar de momento la futurología y vamos con la actualidad, que es para alegría de Eroski, un resultado neto a enero de 2020 de 45,2M€ frente a los 1,2M€ del ejercicio anterior que se vieron sustancialmente reducidos por la primera aplicación de la NIFF 16 en sus arrendamientos y valoración de Inmovilizado. Las ventas de 4.584M€ han registrado un ligero descenso del 2,4% respecto a 2019 al igual que las compras (-3,4%).

Los costes de personal, 662,3M€, crecen de forma ligera, (0,1%); las amortizaciones lo hacen en 122,8M€ (+141%) por diversos deterioros debidos a ventas de inmovilizado, y los deterioros por valor de activos no corrientes, 147M€ (+103% respecto a 2019) se deben a deterioros de activos mantenidos para la venta. Como se puede comprobar, la compañía parece estar inmersa en una estrategia de desinversión inmobiliaria, mientras que en su Estado de Flujos de Efectivo vemos cómo las inversiones en empresas del grupo y en activos financieros crece unos 130M€.

El Ebitda, debido principalmente a los deterioros registrados, se ha reducido un 74,12%, hasta los 31,3M€.

Los ingresos financieros han registrado 278,9M€, 10,5M€ en 2019 por los ingresos de activos a coste amortizado, y los gastos financieros crecen un 77% hasta los -221M€ por diversos deterioros de activos financieros, arrendamientos y gastos por reestructuración de la deuda.

Parece quedar claro que Eroski se encuentra en un momento bastante delicado a pesar de la reestructuración de su deuda financiera, con unos compromisos con una de sus marcas comerciales como es Caprabo, a la que ha de buscar una rápida solución, ya que en su área de mayor influencia que es Cataluña ha perdido una gran fuerza comercial. Y todo esto a la espera de ver el impacto de una crisis sobrevenida como la del Covid-19, que parece haberle sorprendido con el pie cambiado, y en plena faena de saber quiénes quieren ser y cómo dentro del sector de la distribución alimenticia.

Mientras, otro mal indicador es que la plantilla se ha visto reducida en 905 trabajadores respecto a 2019.

Es cuestión de esperar unos meses para ver el camino de Eroski.