El grupo energético francés Engie negocia directamente con los chinos de Tres Gargantas (Three Gorges o CTG) para hacerse con una parte importante o con la totalidad de su filial de renovables de EDP, EDP Renováveis. En esas negociaciones flotan, tanto los problemas que tiene por delante CTR en su OPA lanzada en mayo por la portuguesa, como la postura del Gobierno francés para cerrar el paso a la inversión china en su suelo, aunque no anda tan atento cuando se trata del suelo europeo.

No deja de ser curioso, si tenemos en cuenta que el Ejecutivo galo es el accionista de referencia de Engie, con una participación del 25,5%, al tiempo que hace cuña en Bruselas, junto a Alemania e Italia, para que se activen mecanismos para proteger los sectores estratégicos europeos de las inversiones chinas. Los tres países enviaron una carta a la Comisión Europea, a mediados de 2017, con la petición expresa de que ponga límites que eviten el asalto de China. Del mismo modo, París vendió en las mismas fechas el 4,1% de Engie, a cambio de 1.400 millones, pero dejando claro que “seguirá acompañado al grupo en su transformación estratégica”.

Son las dos realidades que deja al margen Engie -paradojas- en las negociaciones con Tres Gargantas, según la información a Hispanidad de fuentes conocedoras del proceso. Eso o lo que es lo mismo: el Gobierno chino es el más interesado en la compra de EDP a través del grupo estatal Tres Gargantas para acceder a la tecnología europea.

El Gobierno francés es accionista de referencia de Engie al tiempo que hace cuña en Bruselas contra China

Para China, como informamos, EDP es solo el principio de su entrada en Europa -de igual modo que, puestos en el empeño, los siguientes pasos podrían ser comerse Iberdrola, Endesa o Naturgy-, y la francesa Engie aprovecha esa oportunidad, servida en bandeja, para hacerse con la joya de la corona de EDP, su filial de renovables.

Ojo, uno y otro son conscientes de las posibles trabas a la operación china, que depende en última instancia del visto bueno de las autoridades de Competencia europeas, americanas y brasileñas. En esas zonas se concentran los activos de EPD, además de en Portugal donde es el primer grupo energético. No encontrará pegas, sin embargo, en ese país, como ha garantizado su premier, António Costa.

El Gobierno chino dosifica la operación en Portugal en tres pasos, según las regiones. Dicho de otro: da por perdidos por activos de EDP en EEUU, sobre los que no ha habido ofertas de compañías americanas, pero sí de europeas. Sabe que en ese país no tiene nada que hacer.

Los chinos dan por perdidos los activos de EDP en EEUU, mientras negocia para evitar el veto europeo

No ocurre lo mismo en Europa, su gran objetivo, aunque espera superar el veto de Bruselas con ventas de activos. Es el caso de Engie, pero hay otros interesados como la italiana Enel, dueña de Endesa, o la española Iberdrola.

No se plantearía una operación similar en Francia o Alemania, pero se ha lanzado en Portugal. Conoce de sobra el rechazo de París o Berlín, al contrario que España, que carece de legislación para vetar operaciones de ese tipo.

El fondo chino CNIC, que tiene el 4,9% de EDP, ha entrado sin problemas en Redexis, cuarta red española de distribución de gas. La única objeción, si llega, será de la CNMC. Con su OPA sobre EDP, Tres Gargantas controlará también el 15% de la central nuclear de Trillo y una buena parte de la energía renovable española.

El Gobierno alemán, muy beligerante, acelera su legislación para rebajar del 25% al 15% la entrada de extranjeros en sectores estratégicos. Con ese criterio, ordenó al banco estatal germano KfW que tomara un 20% del operador energía 50Hertz, para adelantarse a los chinos, a los que cerró el paso en su oferta por Leifeld Metal Spinning, especializada en materiales para las industrias aeroespacial y nuclear.

El último paso de Tres Gargantas está en Brasil, donde también negocia con los reguladores y no espera contratiempos. Entre otras razones, por las elevadas inversiones chinas en ese país, al que protege en los momentos de fluctuación de los precios de las materias primas, mercado del que depende en gran medida la salud de la economía brasileña.