Este martes comienza la décima Asamblea Mundial de Religiones por la Paz, que reunirá en Lindau (Alemania) a casi novecientos representantes de casi todas las confesiones. Entre los asistentes, el exministro de Exteriores con Zapatero, Miguel Ángel Moratinos, actualmente Alto Representante para la Alianza de Civilizaciones.

A ver si nos entendemos: bajo el sugerente título de Religiones por la Paz, se esconde, en realidad, el intento del Nuevo Orden Mundial (NOM), de aniquilar a la Iglesia católica. Lo explica como nadie, Juan Carlos Sanahuja en su libro Poder Global y Religión Universal. Se trata de instaurar una nueva religión universal para “una nueva era, era dorada de armonía y prosperidad, de paz y justicia”, según consta en la Millennium NGO’s Forum Declaration, de Naciones Unidas.

La nueva religión condena a las confesiones dogmáticas porque son, según ellos, promotoras del “fundamentalismo”

Todo muy bello, porque, ¿quién se opone a que haya paz y prosperidad? Pero no se engañen: la intención del NOM es igualar todas las religiones e imponer un sincretismo que desdibuje, hasta su desaparición, a la Iglesia católica, la única que de verdad le quita el sueño al NOM. Así, no es extraño comprobar que la nueva religión condena a las confesiones dogmáticas porque son, según ellos, promotoras del “fundamentalismo”, y no tolera el proselitismo, ya que lo considera “una forma de dominación”.

Este es el contexto o el back office de la cumbre que se celebra en Lindau y que finalizará el viernes 23. Y entre los temas clave, este año toca hablar de la violencia de género de carácter religioso. ¿Comprenden?

Sea como fuere, y al margen de las conclusiones de esta cumbre, una cosa está clara: por mucho empeño que ponga, el NOM no va a conseguir eliminar a la Iglesia. Pero ellos no lo saben.