Sr. Director: Otrora, se enaltecía la castidad y se inculcaba en casa, en los colegios y en el templo. Ahora, ¿se oye algo de eso? En mi colegio, se ofrecían, entre otros, estos lemas: "Mi adorno, la modestia; la azucena, mi flor"; "antes rosa ensangrentada que azucena marchita". Recuerdo que, casi adolescente, yo admiraba a la Virgen por su pureza (después, por su bondad). Ahora, esas cosas parecen patochadas, ñoñerías; hasta llegó a ironizarse con la canción Amo a Laura (de los Happiness), un boom de Internet que aconsejaba la castidad. Hoy, se hace necesario promover el aprecio a la virtud de los "fuertes" y descubrir su belleza. Es preciso enaltecerla, y no sólo por su alta correlación con la salud. Tanto hablar de respeto, y se fomentan relaciones  propias de burdel... ¿Por qué no subrayar el valor de la dignidad humana y la modestia en el vestir y el comportamiento? Días atrás, me han llamado la atención estas palabras del papa Francisco en su encuentro con jóvenes en Turín: "Tengo que decir una palabra impopular. El amor no debe usar a los otros, el amor es casto. ¡Sean castos! Les pido hacer el esfuerzo de vivir el amor en modo casto; es un amor que no usa al otro por el placer, que hace la vida de la otra persona sacra". También afirmó "Yo te respeto, no quiero usarte" y criticó "este mundo hedonista en el que solo el placer tiene publicidad". Josefa Ro