Anda en bocas la Universidad regida por don Conegundo, desde que su rector se ha empeñado en favorecer a uno de sus alumnos. Sucedió que días antes de los exámenes finales, don Conegundo citó en el rectorado a uno de los profesores de Historia y le hizo la siguiente recomendación:

-Sabrás, querido amigo…  -se habrá adivinado que don Conegundo actúa de rector como demócrata y como colegui-. Sabrás, querido amigo, que la próxima semana se examina de tu asignatura el hijo de don Facúndez, a quien tanto debemos…

El hijo de don Facúndez iba superando todas las asignaturas de la carrera gracias a los empujoncitos que recibía desde el rectorado

Don Facúndez era un conocido político corrompido y corruptor, por lo que el profesor de Historia dudó por un momento si las deudas de las que hablaba el rector afectaban a toda la comunidad universitaria… Y la duda era comprensible, porque el señor rector en ocasiones acostumbraba a veces a hablar en plural mayestático. Despejada la duda y apartando la atención de sus malos pensamientos, el profesor de Historia fijó la mirada en don Conegundo, como preguntándole qué misión académica se le encomendaba. Así es que el interpelado, por el gesto de su subordinado, repitió lo ya dicho para coger carrerilla al darle el encargo:

-Sabrás, querido amigo que la próxima semana se examina de tu asignatura de Historia el hijo de don Facúndez, a quien tanto debemos, así es que tú verás cómo le tratas en el examen.

Ninguna sorpresa le causó el encargo, pues era público en la Facultad que el hijo de don Facúndez iba superando todas las asignaturas de la carrera gracias a los empujoncitos que recibía desde el rectorado. De manera, el profesor asintió afirmativamente con un gesto y se retiró del despachazo que se había instalado don Conegundo, para -como él decía- representar como se merece a la institución. Y para no dejar rastro, el profesor de Historia decidió que en esa ocasión el examen sería oral.

Se examina de tu asignatura de Historia el hijo de don Facúndez, a quien tanto debemos, así es que tú verás cómo le tratas en el examen

-Le voy a hacer solo una pregunta y muy concreta… Por lo tanto, concéntrese antes de responder: ¿Me podría usted decir la fecha del descubrimiento de América?

El niño de don Facúndez lo encajó como si le hubieran dado un puñetazo en el hígado.  Los colores se le iban y se le venían y tuvo que acabar reconociendo que no sabía la respuesta, por lo que el profesor le preguntó con un tono un tanto airado, al comprobar que aquel muchachote no se dejaba aprobar así como así:

-¿Y usted se cree que se puede aprobar Historia, sin saber la fecha del descubrimiento de América?

-No señor…, respondió muy humillado el alumno. Pero en ese instante, al profesor se le hizo presente la conversación y sobre todo la cara de don Conegundo y replicó:

-Pues se puede, se puede… 

Personajes que moralmente no levantan ni un palmo del suelo cocean nuestra Universidad, no por la altura a la que son capaces de levantar sus ancas, sino porque hemos arrojado al suelo nuestra centenaria institución docente.

No son pocos los profesores que han abandonado el estilo universitario, que invita a vivir encorvado sobre libros para buscar la verdad 

Desgraciadamente, no son pocos los profesores que han abandonado el estilo universitario, que invita a vivir encorvado sobre los libros en un incesante afán de buscar la verdad y a permanecer aislado, alejando las distracciones. Y cambio de este abandono del estilo universitario se ha dado entrada en los claustros al poder y al dinero, arrastrando a la institución por los suelos.

La crisis de la Universidad viene de lejos, pero estoy seguro de que la institución sobrevivirá, porque el innato impulso de buscar la verdad sigue vivo y orienta la vida de tantos colegas universitarios, en medio de un panorama tan desolador. Tanto como para que algunos hayan tenido la ocurrencia de crear cátedras de seguridad vial, por lo que supongo que las tesis doctorales de esa peculiar área de conocimiento llevarán títulos como este: “Del verde al rojo, pasando por el ámbar”. Pues claro que hay que estudiar la seguridad de los conductores y de los peatones, pero fuera del ámbito universitario.

La institución sobrevivirá porque el innato impulso de buscar la verdad sigue vivo 

Uno de los mayores daños de Universidad española ha sido ese afán de estar presentes en los medios de comunicación con ocasión y sin ella, virus letal inoculado por el Villapalismo, que lo mismo le daba la medalla de honor de la Universidad Complutense al tirano Erich Honecker, presidente del Consejo de Estado de la República Democrática Alemana, que le concedía el doctorado Honoris Causa a Mario Conde, cuando era presidente del Banesto y, probablemente, más que por los méritos académicos del banquero por el poder económico que tenía.

En honor de la verdad hay que decir que en las universidades del Estado, a pesar del ambiente general, hay gente ejemplar, diré más porque tengo explorado el territorio: hay muchas personas ejemplares. Conozco a un profesor que es como Cenicienta, porque llega unos minutos antes de la hora al aula para prepararlo todo y de este modo empieza a hablar cuando dan las campanadas del reloj del Ayuntamiento, que está junto a su Facultad. Y conozco a muchos profesores de la Universidad estatal que haciendo uso de la libertad de cátedra hablan, actúan y enseñan contra la corriente de lo políticamente correcto, porque entienden que su misión es ir en la dirección de la verdad.

En las Universidades del Estado, a pesar del ambiente general, hay muchas personas ejemplares

En su día se pensó que parte del arreglo de los males de la Enseñanza superior vendría con el florecimiento de la universidades privadas. A fuer de sincero, tengo que confesar que yo fui uno de esos ingenuos que así lo creyó, pero hoy día pienso que si desaparecieran unas cuantas Universidades privadas la ciencia más ganaría que perdería. Y que nadie se acoja a esta afirmación para calificarme como un enemigo de la iniciática privada, porque de lo que soy enemigo y a lo que me estoy refiriendo es a la tergiversación de la función universitaria y a la mala gestión de las llamadas universidades privadas.

Me estoy refiriendo, por concretar un poco, a ciertas universidades privadas en las que algunas figuras cobran unos sueldazos de infarto, mientras el profesorado tiene unos sueldos de miseria a cambio de tener unos horarios de clases de sol a sol, sin dejarles tiempo para la investigación.

Me refiero a esas otras Universidades privadas que viven de hacer caja con la matrícula de quienes, por no alcanzar la nota de corte para entrar en la Facultades estatales, se refugian en las Universidades privadas, donde les hacen unos programas a su medida y a su mediana capacidad.

No soy enemigo de la iniciática privada, pero sí de la tergiversación de la función universitaria y la mala gestión de las llamadas Universidades privadas

Me refiero también a esas otras instituciones de enseñanza superior, que en nuestra América española denominan universidades de garaje, porque en tan pequeña dependencia pueden alojar a todo el claustro, conectado a unos ordenadores, y cuyo “ayuntamiento” con los alumnos es digital: enseñanza no presencial, la llaman; es decir, que en estos casos no existe el roce entre maestros y discípulos. Lo realmente universitario y universal que tienen las Universidades de garaje es la caja, porque no tienen inconveniente en cobrar en cualquier tipo de moneda, sea del país que sea, con tal de que sea de curso legal.

Y podría seguir refiriendo y concretando mucho más, muchísimo más, hasta con nombres y apellidos, que a buen seguro a las alturas de lo que llevo escrito de este artículo, no faltará quien ya los está esperando. Pues que esperen sentados, porque a esos falsos amigos no les voy a proporcionar el espectáculo de que vean cómo me come el tigre.