Alberto Garzón sabe lo que hace. No en vano, el ministro de Consumo anunciaba recientemente que los comedores escolares deberán utilizar al menos un 45% de frutas y verduras de temporada, usar productos de proximidad en la elaboración de los menús, incluir al menos un 5% de los alimentos de producción ecológica, reducir sustancialmente la carne o cocinar o freír siempre con aceite de oliva o aceite de girasol alto oleico.

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Aunque las propuestas del ministro han generado malestar en los comedores, todos debemos pensar que Garzón siempre piensa en el bienestar de todos y todas, especialmente de los más pequeños y pequeñas. Sospechamos que el titular de Consumo ha prestado atención al estudio del profesor de la Universidad de Estocolmo José Montalbán, que se basa en una investigación realizada en Suecia, el cual señala que extender el comedor escolar a todos los niños de Infantil y Primaria tiene enormes beneficios a largo plazo: ganan en estatura, están más sanos, rinden más y, de adultos, obtienen mayores ingresos. 

El especialista en economía de la educación defiende que la universalización del comedor escolar es una de las políticas con un mayor retorno, más incluso que la bajada de ratios de alumnos por profesor, una de las medidas más demandadas por la comunidad educativa española desde hace mucho tiempo.