Comenzamos esta crónica semanal sobre cristianos perseguidos en Sri Lanka, donde el terrible atentado de Pascua de 2019 sigue sin aclararse. Ese día el terrorismo destruyó tres iglesias y cuatro hoteles, dejando un saldo de 280 muertos y casi 600 heridos.

En octubre los católicos izaron banderas negras para mostrar su indignación por la, según ellos, respuesta gubernamental insuficiente al ataque terrorista contra las iglesias aquel domingo de Pascua, recoge Infocatólica de Asia News.

Porque no hay ningún avance en la investigación para esclarecer la verdad sobre las masacres. Sin embargo, el Departamento de investigación de crímenes pasa días enteros interrogando a un sacerdote que representa a las víctimas. Es lo que denuncia el padre Cyril Gamini Fernando, miembro del Comité Nacional de Justicia para las víctimas. El sacerdote se negó a comparecer -por tercer día consecutivo- para ser sometido a un interrogatorio. Fue convocado tras la denuncia presentada contra él por el director del Servicio de Inteligencia del Estado (SIS, los servicios de seguridad de Sri Lanka), el general de división Suresh Sallay.

A las reacciones verbales, se sumó una denuncia contra el sacerdote. Fernando respondió: “El ex fiscal general Dapula de Livera habló de un grave complot detrás de los atentados de Semana Santa. Sin embargo, ni el Departamento de Investigación Criminal ni la policía ahondaron en ello. A pesar de las claras recomendaciones de la Comisión Presidencial de Investigación, nadie ha actuado. Por el contrario, en vez de movilizarse, interrogan a las víctimas. Ya han pasado dos años y medio y no se ha llegado a la verdad. Es totalmente injusto comportarse de este modo”.

La Curia de la diócesis condena enérgicamente los actos de vandalismo, los robos y los asesinatos del personal de la Iglesia

Nos vamos ahora a Sudán del Sur, donde recientemente, la parroquia católica de Mupoi fue objeto de vandalismo por parte de un grupo de personas armadas, mientras que el 30 de octubre  la Comunidad de Solidaridad, situada en la parroquia de Riimenze, fue saqueada por hombres armados desconocidos. La Iglesia católica local condenó inmediatamente estos ataques, que se produjeron en el espacio de apenas una semana, recogió Fides.

Además de los daños causados a los locales, la diócesis de Tombura Yambio denunció el asesinato accidental del jefe de catequesis, que se encontraba en la parroquia en el momento de los ataques. La Curia de la diócesis condena enérgicamente los actos de vandalismo, los robos y los asesinatos del personal de la Iglesia, no sólo en la diócesis sino también en cualquier parte de Sudán del Sur.

El organismo insta a los gobiernos nacional y estatal a salvaguardar el Estado de derecho y a adherirse a los principios nacionales e internacionales de protección de los derechos humanos. “La Iglesia católica, junto con otras instituciones religiosas y confesionales, trabaja en comunión para mejorar espiritualmente la vida y defender la dignidad humana en medio de la miseria que vive el país", declaran.

Estamos preocupados: para las fuerzas militares, las iglesias se están convirtiendo cada vez más en el objetivo de los ataques

Algo parecido pasó en Myanmar, donde recientemente algunos cohetes y balas de armas pesadas disparadas por soldados del ejército birmano alcanzaron la catedral católica del Sagrado Corazón, en la diócesis de Pekhon, situada en la parte sur del estado de Shan, en el este del país.  

Según informa a la Agencia Fides el padre Julio Oo, sacerdote de la diócesis de Pekhon, "es un acto abominable, que hay que condenar". "El complejo eclesiástico --dice el P. Julio-- es un lugar de refugio y seguridad en la inestabilidad general de un conflicto violento, ya que, mientras hay combates en la zona, cientos de lugareños se refugian en el complejo de la Catedral".

Mientras las milicias de la resistencia local luchan contra el ejército a 8 millas de la ciudad, "estos actos de violencia gratuitos contra civiles y lugares de culto aumentan la frustración de los jóvenes y la protesta contra el ejército". Estamos preocupados: para las fuerzas militares, las iglesias se están convirtiendo cada vez más en el objetivo de los ataques", añade el sacerdote.

Según fuentes locales de la comunidad cristiana, es posible que el ejército tenga como objetivo las iglesias específicamente porque "son el núcleo de la comunidad, al destruirlas, los soldados quieren destruir la esperanza del pueblo". La población de la diócesis de Pekhon es de unos 340.000 habitantes (muchos de ellos pertenecientes a minorías étnicas como Shan, Pa-Oh, Intha, Kayan, Kayah) y hay unos 55.000 católicos.

En otros incidentes separados, en los últimos días los militares de Myanmar devastaron e incendiaron casas y una iglesia bautista en la aldea de Ral Ti, en el municipio de Falam, en el estado birmano de Chin. Mientras limpiaban los escombros, un pastor bautista del pueblo y miembros de la comunidad encontraron milagrosamente sus Biblias e diurnales intactos.

El ejército también quemó 134 casas en la ciudad de Thang Tlang, en el estado de Chin, e incendió otras dos iglesias cristianas, una presbiteriana y otra baptista, en represalia contra los rebeldes locales. Un fiel cristiano local, Lian Hmung Sakhon, dide a la Agencia Fides: "Con tanta violencia, destruyendo y quemando casas e iglesias, el ejército no ganará, sino que creará aún más hostilidad y rebelión entre la población civil y los jóvenes”.

Las autoridades iraníes ordenan que el pastor vuelva a prisión para cumplir una condena de 5 años después de un indulto temporal

Y en Irán, las autoridades ordenaron a un pastor que regrese a prisión para comenzar a cumplir una sentencia de cinco años por "actividades sectarias", lo que indica que la persecución cristiana podría intensificarse después de un breve respiro debido a la propagación del COVID-19 que llevó a las autoridades a liberar temporalmente a muchas personas de la prisión, recoge Christian Post.

El pastor Amin Khaki se encuentra ahora en prisión en Karaj, la capital de la provincia de Alborz cerca de Teherán, después de la citación del miércoles pasado, informó el grupo con sede en el Reino Unido Christian Solidarity Worldwide.

El pastor Khaki, junto con otros dos cristianos iraníes, Milad Goudarzi y Alireza Nourmohammadi, fueron juzgados en Karaj en junio. Fueron acusados ​​en virtud de una nueva enmienda al Código Penal iraní conocida como Artículo 500-bis, que trata de las "actividades sectarias".

El fundador y presidente de CSW, Mervyn Thomas, dijo que las acciones de Irán "envían otro mensaje negativo a las minorías religiosas en Irán, y esencialmente equivale a una criminalización del cristianismo".

En otro caso, las autoridades iraníes también convocaron a los conversos cristianos Sasan Khosravi y Habib Heydari a regresar a la prisión central de Bushehr para cumplir el resto de sus condenas de un año por "propagarse contra la República Islámica promoviendo el cristianismo", informó Artículo 18. Los dos, que comenzaron sus sentencias en febrero, habían estado de licencia desde marzo.

Gobernado por la ley islámica, Irán se ubica como el noveno peor país del mundo por la persecución cristiana por parte de Open Doors USA, ya que el régimen ha perseguido implacablemente a los musulmanes convertidos al cristianismo.