"Vanidad de vanidades y todo es vanidad", que dijo el profeta, frase bíblica que en mis tiempos universitarios traducíamos a lo adolescente: Vanidad de vanidades, ¡puta vanidad!'. Bueno, esto último no lo dijo el profeta, pero lo pensó, ya lo creo que lo pensó.

He aconsejado reiteradamente la lectura del filósofo judío, converso al cristianismo y francés, Fabrice Hadjadj, uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo, quien a la condición de intelectual une la de cachondo mental. Lo cuenta en uno de sus últimas obras: A mí toda la gloria, lo que, a primera vista, podríamos definir como una exaltación del propio ego y un canto... a la vanagloria. 

Ya no se cree en la vida eterna ni en la posteridad, por eso hay que publicar rápidamente la última necedad que hayamos perpetrado

Lean y reflexionen en esta genialidad:

"Sólo existe la gloria que es narrada... Facebook, Instagram y Snapchat nos fascinan por la posibilidad que ofrecen de publicar nuestra historia, colgar inmediatamente las últimas peripecias de nuestra existencia", hasta convertirnos en siervos. 

Y más: "el selfie aplasta la cara en lugar de favorecerla con una aureola. El blog prohíbe la paciencia del poema. Ya no se cree en la vida eterna ni en la posteridad, por eso hay que publicar rápidamente la última necedad, perder los dedos en todo lo que es digital".

La vida del 'poema digital' es efímera: el 'buzz' es el zumbido de un insecto que es aplastado rápidamente por el paso del tiempo

La vida del 'poema digital' es efímera: El 'buzz' (palabra francesa para referirse a las novedades de Internet) es el zumbido de un insecto que es aplastado rápidamente por el paso del tiempo".

¿Se puede vivir así, de la gloria efímera? Sí, poder se puede, porque si Dios no nos pidió permiso para crearnos, la tecnología no nos pide permiso para moldear nuestra vida. Nuestra creación, nuestra vida no podemos evitarla -y espero que no queramos, es formidable- pero de la finitud de la tecnología sí podemos defendernos, reduciendo su uso a lo estrictamente necesario. Recuerden que nada efímero puede saciar al hombre. Al hombre sólo le sacia la eternidad.

Se lo dice un periodista digital.

Recuerden que nada efímero puede saciar al hombre. Al hombre sólo le sacia la eternidad

Fabrice Hadjadj nos explica aquello de vanidad de vanidades y todo es vanidad en versión Internet. Y recuerden siempre que cantar la propia gloria es condenarse a cadena perpetua de la fugacidad. En cualquier caso, "el blog prohíbe la paciencia del poema".