Democracia y religión
Tras un siglo XX desastroso de dolor, muerte y daño intelectual, la única salida que le quedaba al ser humano, por lo visto, no era Dios, sino él mismo. Siglos de darse golpes unos con otros y no termina de aprender. Vuelve a tropezar contra la piedra más dura del camino: el hombre, la criatura de Dios, sin Dios.
Sin embargo, no puede remediar rellenar el negro agujero que queda en nuestro interior cuando Dios es echado de nuestras vidas. El alma espiritual que todo ser humano necesita satisfacer, si no cuenta con Dios, contará con otros dioses que le hagan sostener la mirada en el futuro, aunque la esperanza como virtud sea inexistente. Es un viejo truco, mirar al sol para parecer que no lloras, si no que te deslumbra el astro. Que sí, que la sociedad es agnóstica y tiene dónde elegir, aunque en realidad sean tres pilares los que soportan la estúpida levedad del ser: la democracia, el ecologismo y la sexualidad. Estos tres buques insignia son objetivo medio de la sociedad y es con lo que los sacerdotes políticos magrean el pensamiento alienado a los que colectivizan la masa acrítica del sistema imperante. Los que estamos fuera del sistema, vamos los disidentes, estamos en franco peligro de ser culpados de anatema, heréticos, locos y reos de muerte.
Una urna es el sagrado copón donde la voluntad del pueblo se convierte en virtud, aunque no sea lo que hayas votado
Inicio con este artículo un elenco de tres partes que tratarán cada una de estas sagradas religiones posmodernistas -democracia, ecologismo y sexualidad- y lo iniciaremos con la democracia.
La democracia es un apretado sistema de la supuesta libertad, que es la capacidad de elegir con las que supeditarse a las mayorías elegidas. Después de unos cuantos siglos, donde las monarquías y los imperios habían marcado la ruta de los pueblos, volvió la democracia, y al parecer para quedarse. Aun así, sea como sea el modelo democrático con que cada país cuenta, vale, porque todos son primos hermanos. Aún, y con toda la bondad que aporta la democracia, de vez en cuando hay perversiones del sistema que tratan de convertirse en modernas dictaduras como en Venezuela y, como bomberos, acuden allí los observadores internacionales de los países sanamente democráticos. Una salud que por supuesto la determinan unos pocos que son el ejemplo y la mano que mece la cuna del sistema globalista: las viejas democracias imperialistas anglosajonas.
Como en toda religión existen sacerdotes, el pueblo fiel y la liturgia que une a todos en una misma dirección. La democracia tiene como sumos sacerdotes a los políticos de cartel, los candidatos al papado laico del poder, rodeados de presbíteros que desempeñan el papel de apaciguar a las ovejas y unos feligreses avanzados que están afiliados a las cofradías. Luego estamos el resto, que tratan de amansar con amor cada cuatro años y saquear durante otros cuatro. La liturgia sagrada son las elecciones, oficiadas en los templos donde la feligresía entra a disfrutar de la gran fiesta, de sentirse importante porque es libre para elegir... Una urna es el sagrado copón donde la voluntad del pueblo se convierte en virtud, aunque no sea lo que hayas votado, porque lo importante en democracia es ser consecuente con las mayorías, ¡ese es el espíritu...!
La democracia tiene como sumos sacerdotes a los políticos, los candidatos al papado laico del poder
Los disidentes, cada vez más, son perseguidos al grito de ¡Lucha antifascista! y/o ¡No pasarán!, que en el fondo no tiene nada que ver una cosa con la otra, pero sirve para que los defensores de la verdad puedan sentirse fuertes y perseguir al infiel hasta sacarlo de las calles o las redes sociales. Y si se empeña mucho, lo que se hace es meterle en la cárcel porque -¡cómo no!- es por nuestra seguridad... ¿les suena? La democracia es sagrada. Puedes ser de izquierda, ultra izquierda, de centro o centroderecha e izquierda... pero nunca ir más allá de lo que últimamente se ha dado por llamar derechita cobarde, porque los sacrilegios en democracia se dan, claro que sí, y para eso está el sistema, para frenarlo. Ser liberal, decir que el empresario no explota, que los impuestos no deben hundir en la pobreza al ciudadano, que la mujer no es más que el hombre... Todo eso y mucho más es un mal camino para que los fieles te señalen con el dedo y caigas en el ostracismo social.
La democracia no solo tiene como objeto armonizar la convivencia de los ciudadanos -o ciudadanía como dicen los cursis- dentro del sistema socialdemócrata. Un sistema que actúa como un gel hidratante para la conciencia, estimulada con fuertes dosis de buenismo para que nadie se sienta embrutecido debido a la inexistencia de una moral explícita, de la dura vida del trabajo mileurista y el frenético estrés del día a día. Pero también propugna la igualdad, una gran idea si esta no atentara contra la libertad, porque cuando se impone el igualitarismo, de una forma u otra siempre limita la libertad de muchos en favor de otros que quizá, ni aun así, llegarían a ser iguales. Y precisamente en esa farsa democrática, la igualdad, es donde lucha "religión" contra religión por las libertades religiosas, es decir, por la obligación de que no haya religiones, especialmente la católica, y se considera que los aspavientos de intimidad deben vivirse de puertas para dentro: no campanas, no cruces en los colegios, no manifestaciones como las procesiones o misas en espacios abiertos. Y por supuesto, hablando de igualdad, también igualdad fiscal, con la que pretenden pasar a cuchillo financiero a la Iglesia para que pague el IBI, como todo hijo de vecino... Sí, ya sé que partidos políticos, sindicatos y algunas fundaciones tampoco lo pagan, pero es que ellos son parte de ese clero democrático, la Iglesia no es más que una intromisión impositiva en la sociedad.
Se considera que los aspavientos de intimidad deben vivirse de puertas para dentro: ni campanas, ni cruces en los colegios, ni procesiones o misas en espacios abiertos
¿Democracia sin religión? (Stella Maris) de varios autores. Joseph Ratzinger declaró a finales de los noventa que “cualquier futura dictadura anticristiana sería probablemente más sutil que las dictaduras que hemos conocido en el pasado: admitiría aparentemente la religión, pero sin que ésta pueda intervenir en la forma de conducta ni en el modo de pensar”. ¿Debemos quedarnos sentados, mientras vemos cómo nos imponen una religión a la medida del sistema, que a su vez es nuestro antisistema?
Democracia para idiotas (Sekotia) de Pedro Ramos Josa. A este título le dediqué un artículo con motivo de su presentación, pero es que viene que ni pintado para el tema que nos ocupa. La democracia no es el único sistema de gobierno posible y dentro de lo que cabe, tampoco es miel sobre hojuelas, pues vemos que no solo tiene muchos fallos de proceso y que también es injusta en muchas ocasiones, sino que, además, el poder omnímodo político lo utiliza para su empoderamiento. La democracia es una falsa religión que tiene sus propios dogmas y los reos de muerte, si se discrepa de ella.
Democracias y falacias (ELC) de Julio Barceno. Este autor, empeñado en hacer de la democracia algo verdaderamente útil del sistema de gobierno más extensivo en occidente, no es lo primero que escribe sobre este asunto, también hace un año escribió un ensayo procurando ideas para que la democracia no sea el paradigma del poder, sino la herramienta sana para que los ciudadanos se sientan organizados y no manejados.
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