España necesita más cerdos y menos gallinas
Hay dos tipos de españoles: los que consideran que el trabajo es una carga insufrible y los que disfrutan con su trabajo. Estos se levantan pensando en otro día de vida, aquellos se incorporan rumiando cuándo acabará la pesada jornada laboral aún por iniciarse, mientras no dejan de hacer cuentas sobre cumpleaños y calendario, esto es, por el tiempo que queda hasta la prejubilación. Están muy agobiados.
Entre los emprendedores, para crear su propio trabajo o para ejercerlo, figuran aquellos que piensan en el bien común -mucho más que el mero interés general- y suelen poseer mentalidad de servicio. Diría que son los verdaderos patriotas. Por de pronto, ofrecen optimismo a la colectividad. Los segundos sólo anhelan la prejubilación, y entretienen el tiempo con la esperanza de convertirse en clase pasiva cuanto antes para disponer de ese tiempo libre permanente… que también deberán llenar con algo y no suelen saber con qué.
Nunca he comprendido cómo este segundo grupo logra superar el aburrimiento, el tedio más desesperante. En cualquier caso, los activos, los otros sólo sobreviven.
Ahora bien, con un país que trabaja pensando en jubilación, no hay mucho que hacer. Sobre todo, porque la nómina de las pensiones se está volviendo impagable.
Hay dos tipos de españoles: emprendedores y prejubilados, cerdos y gallinas
Añaden a eso (ver aquí) que la natalidad se derrumba, con las cifras más bajas de la historia. Y cae por lo mismo: para qué traer hijos al mundo si sólo acarrean esfuerzo para educarlos.
La caída de la natalidad es causa inequívoca de la decadencia de un país. Roma llega al apogeo de su poder, con Octavio Augusto y Tiberio. Desde entonces empieza su decadencia… con el decaimiento de la fecundidad.
En resumen, España es como un plato de huevos con chorizo. En él, la gallina se solidariza pero el cerdo se compromete. Necesitamos más cerdos y menos gallinas porque, insisto, en los huevos con chorizo es el cerdo quien realmente se compromete, porque le va la vida en ello.
Pero me temo que en España de hoy nadie quiere comprometerse pero, eso sí, todos nos mostramos muy solidarios a través del curioso espejismo de “lo público”.
La caída de la natalidad es causa inequívoca de decadencia de un país. Roma llega al apogeo de su poder, con Octavio Augusto y Tiberio. Desde entonces empieza su decadencia… con el decaimiento de la fecundidad
La izquierda invoca constantemente lo público -desde que llegó el virus, mucho más- como muestra de solidaridad y hasta de patriotismo. Las políticas de PSOE, Podemos o los indepes, pero también las del PP de Pablo Casado, evocan lo público como el objetivo a conseguir y la propiedad privada como algo tremendamente nocivo y egoísta, pero lo cierto es que lo público no es otra cosa que el dinero que todos les damos a los políticos -a la fuerza, por cierto- para que la casta, sea de izquierda o de derechas, conservadora o progresista, haga con ello lo que le venga en gana. Por lo general, detentar el poder cuanto más tiempo mejor y ofrecernos las solidarias migajas.
En España, tenemos una izquierda socialista y una derecha socialdemócrata. Pero lo peor es que tenemos un pueblo donde no abundan los que arriesgan, los cerdos, y sí los que se solidarizan de boquilla, las gallinas, dispuestas a entregar sus huevos con tal de seguir viviendo del pienso.
Lo que les cuento: trabajadores y/o emprendedores y prejubilados.