Al parecer no estaba siendo tratada de sida sino de leucemia. El caso es que se le trasplantaron células madre provenientes de un cordón umbilical de alguien dotado de un metabolismo resistente al virus.

Como resultado del transplante, se curó del sida. 

Me alegro muchísimo pero pido que ahora reparen en que ese tratamiento se hizo con células madre adultas, provenientes de un cordón umbilical, no de células madre embrionarias. Es decir, que no se ha matado a ningún humano para sanar a otro... que es lo que se perpetra cuando se utilizan células madre embrionarias.

Naturalmente nuestros medios progres se han quedado en células madres, para no especificar el segundo apellido, que es el importante: adultas -que no matan a nadie y son aplaudidas por todos- o embrionarias, que sí lo hacen.

Curiosamente, no se utilizaron células madre adultas sino cultivos celulares de fetos abortados para fabricar las vacunas Covid. Podían haber utilizado cualesquiera otras células, pero se trataba de hacer más rentable el negocio del aborto. 

Sí porque ya que hablamos de esto, recordar que la Iglesia tras un primer análisis, aseguró que, aunque no le gustaba -repito, no le gustaba- lo aceptaba ante la tragedia.

Y el caso de la mujer neoyorquina resulta bello e instructivo porque el Covid, además de un vendaval autoritario y liberticida, ha creado una opresión del silencio. No es que se haga más o menos caso de las protestas, es que toda protesta debe ser masacrada. Sólo se aceptan las protestas contra aquello que ya han decidido cambiar. Un panorama pastueño, borreguil y de lo más reaccionario: el poder siempre tiene razón.

En el entretanto, la pandemia decae, sin que nadie sepa por qué... como siempre. Se supone que por la duración vital del virus. Y cuando cae ya hay quien solicita que se levanten restricciones, desde el absurdo pasaporte Covid a las mascarillas en los colegios. Pero cuidado, porque en cuanto el personal empiezan a oler, de nuevo, a libertad, el siguiente paso será solicitar la prohibición de la vacunación obligatoria. Ojalá llegue pronto ese momento.