La feminidad permanecerá... mientras que el virus feminista pasará. Feminidad es acogida y servicio, mientras el feminismo sólo habla de empoderamiento de la mujer. Y claro, si se trata de empoderar, el varón, con toda razón, responde: pues entonces yo lucharé con mi equipo, que son los hombres, contra el equipo contrario, que son las mujeres... que además están muy pesaditas. Y entonces es cuando se llega a la conclusión de que todavía hay algo más tonto que un obrero de derechas: un feministo. 

Si se trata de una lucha -empoderamiento- de poder entre hombre y mujer, ¿por qué nos extraña que el varón se apunte a su bando? 

No, no estoy pensando necesariamente en Pedro Sánchez. Pero ahora que lo dicen... Pedro Sánchez es el arquetipo de feministo aprovechado. Para tomar el pelo al pueblo se le llama pueblo soberano y para tomarle el pelo a la mujer, el presidente del Gobierno enarboló la bandera del feminismo, y el cachondeable "todos y todas". Cualquier día don Pedro comenzará a enarbolar el "todes". 

Feminidad es humildad. El varón simple -¡Oh sí, los hay!- se ríe de la mujer porque siempre quiere ser el centro de atención de quienes le rodean. Y es cierto, pero eso sólo recuerda la sentencia de Clive Lewis: Humildad no es hombres inteligentes intentado parecer idiotas o mujeres hermosas intentando convencerse de que son feas. Humilde es el hombre que ha construido la mejor catedral del mundo... y está igual de contento que si la hubiera construido otro

Hace décadas oía hablar del eterno femenino. Creo que ahora tal alusión roza el delito. Pues bien, yo digo que el eterno femenino existe, incluso mucho más que el eterno masculino, entre otras cosas porque la mujer femenina, al revés que la feminista, no le importa que las demás reciban el reconocimiento de su entorno si a ella también se le valora en el suyo. El eterno femenino, es consideración para cada una, el feminismo sólo lo intenta para todas, un etéreo universo igualitario del que todo quisqui, como sucede con cualquier igualitarismo, acaba hastiado. 

El eterno femenino existe y exige consideración para cada mujer. El feminismo exige más poder para todas, algo imposible y un etéreo universo igualitario del que todo quisqui acaba hastiado

Un consejo que antes se daba a aquellos varones que iban a contraer matrimonio: "Por las malas el hombre siempre pierde, por las buenas la mujer hace más". Que es lo mismo que decir que la feminidad no impone, propone, pero no admite que no se consideren sus propuestas. La mujer cumple aquella sentencia de San Juan Pablo II, quien siempre terminaba sus consejos de la misma forma: "Pero eres tú quien debe decidir". Eso es feminidad y se opone al feminismo. Una mujer se maneja a las 1.000 maravillas entre hombres sin necesidad de imponerse a ellos por la fuerza. Y por las buenas, en efecto, hace más que el varón. Y es de justicia porque si escribe el guión de la vida diaria debe asumir más responsabilidades a la hora de ejecutarlo. Eso es lo que hace la feminidad. Y lo hace muy bien.

No lo duden: cuando un hombre quiere burlarse de las mujeres se hace feminista. Nada más machista que un feministo. Y si el femisimo continúa siendo el discurso imperante, no lo duden: la misoginia se disparará.