¿Estamos en la Gran Tribulación? Creo que sí. ¿Y la solución es? Rezar y seguir haciendo lo mismo, exactamente lo mismo, que estamos haciendo ahora, sin darnos... ni a la desesperación ni a la locura
Los últimos papas, San Juan XXIII, el beato Pablo VI y San Juan Pablo II han sido interpelados, machaconamente, por el secreto de las apariciones marianas de Fátima, lo no publicado. Todos ellos prefirieron ser discretos, aunque Juan Pablo II fue el que más dio a conocer y el que más habló sobre Fátima. Al fondo, la pregunta permanente: ¿Estamos en el fin del mundo?
Bueno, lo primero, distinguir entre el fin del mundo y el Juicio de las Naciones. No es lo mismo. Y el reino del Anticristo sería la Jerusalén terrenal, que no la celestial, la misma distinción que místicos y revelaciones hacen entre la Nueva Jerusalén y el Cielo.
En cualquier caso, la obsesión por el futuro ha ido creciendo y así llegamos a San Juan Pablo II. Wojtyla fue a visitar en prisión al hombre que quiso asesinarle, Alí Agca. San Juan Pablo II buscaba el arrepentimiento del turco, pero a este sólo le preocupaba el mensaje de la Virgen de Fátima, pues consideraba que si todo un profesional del homicidio como él había fallado era por una intervención sobrenatural. Seguramente no iba errado sobre este punto pero si algo molesta a la gente de Dios es la curiosidad malsana y morbosa. Quizás por ello, cuando alguien le insistió a Wojtyla sobre la cuestión, el polaco, que sabía ser brusco, le respondió: "recen el rosario y no hagan más preguntas".
¿Y la solución es? Rezar y seguir haciendo lo mismo que estamos haciendo ahora, sin darnos... ni a la desesperación ni a la locura
¿Estamos en el fin del mundo? No. ¿Estamos en la Gran Tribulación? Creo que sí. ¿Y la solución es? Rezar y seguir haciendo lo mismo, exactamente lo mismo, que estamos haciendo ahora, sin darnos... ni a la desesperación ni a la locura.