Afortunadamente, España empieza funcionar a regenerarse. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en quien todos tenemos puesta nuestra esperanza de regeneración nacional, ha dado con la clave: funerales de Estado por las víctimas de la violencia de género (de género masculino se entiende). Supongo que se refería a funerales civiles pero creo que don Pedro se queda corto: funerales religiosos pero con sacerdotisas. ¿Qué no hay sacerdotisas Pues que las ordene Pedro Sánchez en la calle Ferraz, una sede laica, civil y progresista. Él mismo podría hacer de obispo, u obispa, porque don Pedro, además de feminista es feministo.

Un día después asegura que se equivocó, que no pedía funerales de Estado sino que la violencia de género era 'una cuestión de Estado'. Pero, hummm, ¡cuán significativo resulta el lapsus!

Mientras, en Bruselas, Miguel Arias Cañete ha pecado de cobardón, fue un comentario desafortunado, yo no soy un machista. No hombre no, fue un comentario afortunadísimo, que revelaba la hipocresía feminista, aunque fue un comentario vanidoso sobre tu... portentosa inteligencia. Y naturalmente el lobby no te ha perdonado: se ha ensañado contigo que quedarás marcado para siempre. Son las purgas ideológicas a lo Stalin del Parlamento europeo. Primero el susodicho se autoinculpa, pero eso no le sirve para nada: luego es fusilado o se le traslada al hotel Gulag. Lo que tenía que haber hecho Cañete es proponer funerales de Estado por las mujeres víctimas de la violencia de género. Por los hombres no, que eso sería machismo. Pero, en cualquier caso, funerales de Estado... europeo.

¡Cañete no te enteras de nada!

Por cierto, quienes arremetieron contra Cañete eran eurodiputadas... españolas, 'of course'. Cainismo, que le dicen.

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